La perdurable obra revolucionaria del Comandante Ernesto Che Guevara contempló una importante colaboración en pos de formar una nueva actitud ante el trabajo. A partir de ella, el hombre, de manera espontánea y consciente, debía ser capaz de entregar lo mejor de sí a la sociedad, sin pedir nada a cambio, impulsado por sólidas convicciones cívicas y altruistas.
Esta idea luminosa germinó en el proceso de construcción de una gran ciudad escolar, en El Caney de Las Mercedes, destinada a satisfacer las necesidades de la enseñanza para unos 20 mil niños y jóvenes campesinos de la Sierra Maestra.
FIDEL, EL CHE Y UNA OBRA EDUCACIONAL GIGANTESCA
Los antecedentes inmediatos de la obra educacional se encuentran en la perspectiva de Fidel Castro, líder del movimiento guerrillero en la Sierra Maestra, quien, en plena guerra, manifestó que, una vez triunfantes sobre la tiranía de Batista, en los llanos frente a las invictas montañas se levantaría una gran escuela para los hijos de los campesinos, cuya enseñanza estaba vedada por las injusticias del sistema de dominación capitalista, oligárquico y latifundista.
El 4 de febrero de 1959, el Comandante en Jefe Fidel Castro y el Comandante Ernesto Che Guevara llegaron en helicóptero a El Caney de Las Mercedes. Frente a los terrenos de la finca de Mario León Marrero, con un área de 500 caballerías, Fidel trazó el plan de levantar la ciudad escolar proyectada.
El 4 de septiembre de 1959, se iniciaron las movilizaciones de los combatientes de la columna no. 8 Ciro Redondo, al mando del comandante Manuel Fajardo Rivero (Piti), quien, a la vez, era el jefe de operaciones militares en la Sierra Maestra. La misión consistía en levantar, a la vista de la simbólica cordillera, la primera gran obra educacional edificada por la Revolución. El 26 de septiembre, comenzó a erigirse el conjunto, con los buldócer preparando el terreno y la construcción de una fábrica de bloques de concreto.
En los primeros días de octubre, arribó el Che, quien en esos momentos era el jefe del Departamento de Instrucción de las Fuerzas Armadas, con la obligación de garantizar la educación del Ejército Rebelde y la salida de la revista Verde Olivo. Bajo su indicación empezó a edificarse la primera unidad, de unas cuarenta que contemplaba el proyecto.
El 8 de octubre, el Che recibió la jefatura del Departamento de Industrialización del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA), presidido por Fidel Castro. En esta compleja tarea puso toda su pasión y creatividad revolucionaria. No sería casual que, al día siguiente, arribara en helicóptero a El Caney de Las Mercedes, donde los combatientes de su antigua columna guerrillera levantaban la ciudad escolar, viviendo aún en casas de campañas.
En un encuentro con los oficiales y soldados, expresó que aquel esfuerzo que se les pedía, aquel sacrificio, tenía como premisa fundamental la voluntariedad y postuló que el que quisiera marcharse podía hacerlo, porque aquella ciudad escolar sería una obra inmensa, para gigantes.
El régimen de trabajo era agotador, de 12 y 14 horas. Eran 26 días seguidos de labores, para descansar cuatro. Conocedor de la voluntad de los hombres, el Che planteó que el que aguantara tres meses en aquellas difíciles condiciones de vida y de trabajo, podría comenzar a construir en áreas del cercano central Estrada Palma. Pero que sería en tiempo extra, una vez cumplidas sus tareas en la ciudad cscolar.
LAS MOVILIZACIONES VOLUNTARIAS DEL PUEBLO
El 28 de octubre de ese año, se produjo la triste desaparición física del popular Comandante Camilo Cienfuegos, cuando viajaba en avión de Camagüey a La Habana. El Che participó durante varios días en la angustiosa búsqueda de su entrañable amigo, sin resultados positivos.
Llevando ese infinito dolor, a mediados de noviembre de 1959, el Che realizó una nueva vista a El Caney de Las Mercedes, en compañía de Carlos Rafael Rodríguez. En el trayecto, se les unió Walfrido La O Estrada, secretario general del Partido Socialista Popular en la región de Manzanillo-Campechuela-Niquero.
A los combatientes del Ejército Rebelde que trabajaban en la obra, les habló del tremendo dolor que aún lo embargaba, como a todos, por la pérdida del invicto Comandante Cienfuegos, como antes había sucedido con Frank País. Manifestó que, a pesar de tan sensible quebranto, la obra de la Revolución debía seguir adelante, teniendo como guía a Fidel Castro.
El Che le planteó a Walfrido La O la importancia cívica y revolucionaria de movilizar a los trabajadores a las obras constructivas y le solicitó que organizara una jornada de trabajo voluntario con los obreros del ramo de la zapatería en Manzanillo en la obra constructiva de El Caney de Las Mercedes. Hombre que gustaba predicar con el ejemplo, expuso el compromiso de asistir personalmente el próximo domingo.
Acerca de este momento ha explicado Walfrido La O Estrada: “Cuando escogió a los zapateros para materializar su idea, lo hizo partiendo del hecho que, durante la lucha contra la tiranía, desde el propio desembarco del Granma, ellos constituyeron la fuerza más revolucionaria de la clase obrera de Manzanillo. Por eso manifestó que fueran quienes lo acompañaran en la organización del trabajo voluntario en ayuda de la construcción de la ciudad escolar para 20 mil niños campesinos de la Sierra Maestra”.
Para el primer trabajo voluntario, el Comandante Piti Fajardo quedó encargado de garantizar la transportación y el secretariado del Partido de Manzanillo de movilizar al sector de los obreros de la industria del calzado. Sin embargo, la explosión social fue mucho más amplia, porque otros sectores laborales pidieron participar y no solo de Manzanillo, sino de toda la región, incluyendo Campechuela y Niquero. La iniciativa prendió con entusiasmo, contagiando a muchísimas personas de todos los sectores y grupos sociales.
Entre las organizaciones que dieron el paso frente se encontraban la Juventud Socialista y la Asociación Campesina Frank País, bajo la dirección de Gumersindo Fernández. En esos momentos estaban en proceso de fortalecimiento varias organizaciones, como Unidad Femenina Revolucionaria (UFR), a cargo de Elvira Ortiz, y la Juventud Cívica Unida, animada por el capitán Joaquín Méndez Cominches.
EL 22 DE NOVIEMBRE DE 1958 EN LA HISTORIA
El domingo 22 de noviembre de 1959, desde horas de la madrugada, más de 500 personas, abordaron unos 40 camiones enviados por el Comandante Piti Fajardo, para dirigirse a El Caney de Las Mercedes y carros particulares gestionados por Wualfrido La O. En el trayecto, cantaban el Himno Nacional y la Marcha del 26 de Julio.
En el central Estrada Palma, se les unió parte de la masa trabajadora del coloso, encabezada por el dirigente sindical Eugenio Rosabal Núñez. En El Caney de Las Mercedes, los recibieron unos 300 combatientes del Ejército Rebelde y centenares de campesinos de diversas asociaciones de la Sierra Maestra, entre ellas las de San Lorenzo, Santo Domingo, Providencia, Manacal y Guayabal de Nagua. En total, se calcula que cerca de tres mil personas.
A pesar de sus múltiples ocupaciones y responsabilidades en la dirección de la naciente Revolución, a las 7:00 de la mañana llegó el Comandante Ernesto Che Guevara, acompañado de su esposa Aleida March y el dirigente comunista Walfrido La O. Había arribado en una avioneta hasta la pista de aterrizaje del central Estrada Palma. Los cientos de movilizados, al notar su presencia, comenzaron a gritar llenos de júbilo: “¡El Che!, ¡Che!, ¡Che!…”
El Che improvisó un discurso inaugural donde expresó: “Hoy, juntos, obreros, campesinos y estudiantes, con su Ejército Rebelde, vamos a ayudar a construir la nueva Cuba. Como ayer juntos estuvimos en la lucha contra la tiranía, hoy tenemos que luchar contra los que nos quieren dividir con fantasmas, mitos y prejuicios. No importa qué uniforme que vistan los divisionistas. Hay que combatirlos, como aniquilamos y aplastamos al ejército de la tiranía.
“Campesinos, obreros y estudiantes: no permitid de ninguna menara que los divisionistas penetren en nuestras filas. No importa que vengan con el uniforme del ejército de obreros y campesinos, el Ejército Rebelde, el Ejército de Fidel y Camilo”.
Entre otras ideas expuso la necesidad de luchar unidos contra los enemigos de la Revolución que azuzaban el divisionismo típico de las clases dominantes. Recalcó que para vencerlos había que trabajar por el bienestar del pueblo: “Vamos ahora a contribuir a la construcción de la primera obra de la revolución, para pagar una de las deudas que contrajimos con nuestros hermanos campesinos de la Sierra Maestra: educar a sus hijos, que van a ser los dirigentes de la nueva Cuba”.
La frase final es todo un símbolo de la ejemplaridad del Che Guevara en cada acción que emprendía junto al pueblo: “Vamos a trabajar. Yo iré hacia las canteras de Estrada Palma. ¡Nos vemos de nuevo por la tarde, a la hora del almuerzo, y haremos un balance del trabajo realizado hoy!”
En efecto, el hecho más hermoso del inolvidable día fue la fusión, en una misma decisiva obra social, de obreros, campesinos, soldados y estudiantes. Por eso el Che, con luz larga, subrayó: “Esta escuela será un símbolo permanente de la alianza de los trabajadores, el pueblo y sus dirigentes”.
Las tareas consistieron en picar piedras de las canteras, acarrear piedras y tierra, cavar cimientos, buldozear el terreno. La contribución de las mujeres fue cocinar, lavar ropas, coser los uniformes y barrer las casas de campañas.
El Che Guevara marchó a las canteras, donde picó piedras con picos y mandarrias. El uniforme verde olivo pronto destilaba sudor, pues apenas descansaba. Aparecieron las afecciones de asma, provocadas por el polvo de las rocas, pero con el aparato buscaba mitigar la opresión. No dejaba de laborar, y llegó un momento en que tuvo que quitase la camisa. Entonces comenzó a transportar piedras en una carretilla hacia los camiones. La energía que desplegaba estimulaba el trabajo de todos. Recibía constante visitas del Comandante Piti Fajardo con partes sobre la marcha de la jornada.
A las 3:00 de la tarde, se suspendieron las labores y el Che hizo un positivo balance de lo realizado. Manifestó que el trabajo voluntario, con la entrega de todos sus resultados a la sociedad, era señal de conciencia en la clase obrera, la cual tenía la obligación de ayudar a construir la escuela para los hijos de sus aliados, los campesinos. “Esta escuela –precisó- será un símbolo permanente de la alianza obrera-campesina”.
Llamó a seguir participando en jornadas de trabajo voluntario, por los grandes valores que creaba en el individuo. En sentido general, calificó el trabajo desarrollado de “inolvidable y rico en contenidos revolucionarios.” Quedó el compromiso de asistir cada domingo a las labores voluntarias en la Ciudad Escolar Camilo Cienfuegos.
FUENTES: Fidel Castro: Discurso en El Caney de Las Mercedes, 26 de julio de 1960; Ernesto Guevara: Obras 1957-1958 (1970); El primer trabajo voluntario, en revista La Plata, Granma, octubre-diciembre de 1989; Adys Cupull, y Froilán González: Un hombre bravo (1994).