
Madeleine Alarcón Guerra nació en un pequeño pueblo de la provincia de Granma, Cuba, un lugar donde la calidez de la comunidad y la belleza de la naturaleza se entrelazan. Desde joven, Madeleine mostró un interés especial por el funcionamiento de las cosas y una curiosidad innata que la llevó a explorar el mundo que la rodeaba. Sin embargo, su camino profesional no se dibujó de manera convencional; su historia comenzó el 18 de agosto de 1994, cuando se unió a la Empresa Eléctrica de Granma.
En sus primeros años, Madeleine fue asignada a las diversas tareas del área comercial de la Oficina de Atención al Cliente (OBE), una dependencia de Niquero. Con determinación y dedicación, se adentró en un campo que, aunque desafiante, le ofrecía la oportunidad de crecer y aprender constantemente. A medida que la UEB Media Luna fue tomando forma, Madeleine fue promovida a supervisora de energía, un rol que le permitió demostrar su capacidad para liderar y gestionar.
A lo largo de más de 30 años en la UEB Media Luna, Madeleine ha acumulado una vasta experiencia en el área comercial. Para ella, la Empresa Eléctrica de Granma representa más que un trabajo; es una parte integral de su vida.
“Si volviera a nacer, sin dudarlo elegiría esta bella profesión”, expresa con orgullo. Su compromiso con su labor es evidente; considera que el área comercial es dinámica y requiere un constante razonamiento, adaptándose a los cambios y desafíos que surgen con el desarrollo del sector energético.
Este año ha sido particularmente atípico, marcado por un déficit energético que ha puesto a prueba a muchos. Sin embargo, Madeleine no se dejó amedrentar. Con una excelente supervisión en la lectura y una gestión eficaz, logró mantener el rendimiento del equipo y asegurar que sus compañeros se sintieran apoyados.
Su sensibilidad humana es uno de sus rasgos más destacados; siempre dispuesta a escuchar y ayudar a quienes la rodean, ha cultivado un ambiente laboral donde la colaboración y el respeto son fundamentales.
Además de ser una profesional ejemplar, Madeleine es madre e hija. Su historia de trabajo inspira a su familia y a aquellos que tienen el privilegio de conocerla. Con amor y compromiso, ha enseñado a sus hijos que con esfuerzo y dedicación todo se puede lograr. Su vida es un testimonio de que la pasión por lo que uno hace puede transformar no solo el entorno laboral, sino también la vida personal.
Madeleine Alarcón Guerra es más que una supervisora; es un pilar en su comunidad, un modelo a seguir para las nuevas generaciones y un ejemplo vivo de que el amor por lo que hacemos puede trascender cualquier dificultad. Su legado perdurará en los corazones de quienes han tenido la fortuna de trabajar a su lado y en el hogar que ha construido con tanto esfuerzo y cariño.