
La siembra o renovación de los cafetales constituye un paso imprescindible para el salto productivo que se espera de este cultivo en el país.
Conscientes de ello los caficultores masoenses ponen todo su empeño en rejuvenecer sus áreas y brindarles luego la atención que ameritan como garantía del desarrollo a que aspiran.
No obstante, durante el 2024 esos intentos quedaron muy cortos al solo concretar 2.9 hectáreas de las 98 previstas a sembrar durante una campaña que se vio afectada mayormente por la disponibilidad de bolsos para la producción de posturas.
A pesar del pobre comportamiento de las siembras la Empresa Agroforestal Bartolomé Masó Márquez logró poner en el mercado 56 toneladas de café oro, 2 más que las comprometidas para el periodo, independientemente de que el rendimiento oro por hectárea solo alcanzó las 0.08 toneladas de un pronóstico fijado en 0.22.
Al decir del ingeniero Ramón González Gómez, especialista de agrotécnia de la agroforestal masoense, muchas causas incidieron en este resultado, entre ellas las pérdidas asociadas a la cosecha y el desvío de algunas de esas producciones.
“No obstante, ya se adoptan medidas para en próximos periodos ir corrigiendo las desviaciones presentadas este año con la estrategia de desarrollo cafetalero masoense, partiendo del perfeccionamiento de los sistemas de contratación y comercialización del producto”.
En lo intrincado de las montañas masoenses decrece el número de productores vinculados a la actividad cafetalera, sin embargo, en la precordillera e incluso en la parte llana del territorio se incrementa la presencia de este cultivo.
Ello supone una mirada distinta a los programas de desarrollo del mismo a partir de las estrategias de siembra y variedades que respondan a las necesidades del país si tenemos en cuenta que el café constituye uno de nuestros renglones agrícolas de mayor demanda en el mercado internacional.