En enero de 1962 se realizó la Octava Conferencia en Punta del Este de la Organización de Estados Americanos, en la cual Cuba fue expulsada por ser acusada de “dar la espalda al sistema panamericano” y acercarse hacia la comunidad chino-soviética.
Los argumentos norteamericanos sostenían que Cuba se había identificado con el comunismo y que estableció un régimen social, político y económico con esa doctrina.
En las sesiones de trabajo se originan intervenciones. Por su parte el canciller colombiano propone la ruptura de relaciones diplomáticas, consulares y económicas con Cuba.
En esa reunión, el entonces presidente, Osvaldo Dorticós, afirmó: “Si lo que se pretende es que Cuba se someta a las determinaciones de un país poderoso, en una palabra, se intenta esclavizar a un país que ha conquistado su libertad total después de siglo y medio de sacrificios, sépase de una vez: Cuba no capitulará”.
Sin embargo, la tensión entre ambos países se agravó en 1959, con el triunfo de la Revolución cubana y el ascenso al poder de Fidel Castro. Esta revolución nunca fue aceptada por los Estados Unidos, que había apoyado al gobierno de Batista y, por lo tanto, quería derrocar a Fidel Castro.
Eisenhower se niega a negociar con el líder cubano, comenzó la reducción de las cuotas del azúcar, la suspensión de asistencia técnica y de exportaciones. Cuba nacionalizó las empresas extranjeras y así en 1961, con el fracaso del desembarco a Bahía de Cochinos, un intento de invasión por parte de la CIA (Agencia de Inteligencia de Estados Unidos), se rasgaron las relaciones entre ambos países.
La OEA es un organismo que fue creado en 1948 en el seno de la ONU, en el mundo de la posguerra.
En teoría, su propósito era colaborar con la política interamericana y buscaba ser un medio para favorecer el desarrollo económico de los Estados latinoamericanos. Concretamente, su objetivo era fortalecer la paz, la seguridad y consolidar la democracia. Pero en la práctica la OEA era un instrumento que tenía Estados Unidos para evitar el nacimiento de movimientos comunistas o de izquierda en los países del continente americano.
La razón alegada para expulsar a Cuba de la OEA fue que “la adhesión de cualquier miembro de la Organización de los Estados Americanos al marxismo-leninismo es incompatible con el Sistema Interamericano”.
La expulsión de Cuba fue lograda con los votos de 14 países, la abstención de 6 (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador y México) y el voto en contra de La Habana. Todos – menos México- rompieron relaciones diplomáticas.
El 2 de septiembre de 1960 Fidel convocaría al pueblo en la entonces Plaza de la República, hoy Plaza de la Revolución José Martí, para contestar a las ofensas de la OEA en su reunión de Costa Rica. Ante un millón de personas reunidas en magna Asamblea Popular –conocida como Primera Declaración de La Habana–, enfatizaría en su artículo séptimo la irrenunciable vocación internacionalista de la Revolución:
“…La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba postula: (…) el deber de las naciones oprimidas y explotadas a luchar por su liberación; el deber de cada pueblo a la solidaridad con todos los pueblos oprimidos, colonizados, explotados o agredidos (APLAUSOS), sea cual fuere el lugar del mundo en que éstos se encuentren y la distancia geográfica que los separe. ¡Todos los pueblos del mundo son hermanos!…”
También el 4 de febrero de 1962 más de un millón de cubanos, reunidos en la capitalina Plaza de la Revolución José Martí, aprobaron la Segunda Declaración de La Habana, que ratificó el carácter antiimperialista de la Revolución cubana.