
Hace 10 años, el 4 de febrero de 2015, se nos fue físicamente Celina. Celina la reina, la diosa del Punto Cubano, la que le cantó hermosamente a las deidades africanas con una voz que todavía nos impresiona.
Nació en La Nueva Lisa, un caserío cerca de Jovellanos, en la provincia de Matanzas, pero de niña sus padres la llevaron a Santiago de Cuba, donde creció, como ella mismo dijo “entre viejos trovadores, viejos soneros, en la calidez del pueblo”.
Allí, en la Tierra Caliente, aprendería a “amar el significado del relieve de la Palma Real sobre el horizonte” y conocería al guitarrista guantanamero Reutilio Domínguez (1921-1972), quien la llevó a la radio.
Este artista le propuso ser su novio y ella aceptó, después se casaron. Juntos tejieron entonces una linda historia, porque tuvieron cinco hijos y porque impactaron a Cuba con el dúo Celina y Reutilio, que hasta 1964, año de su disolución, logró grabar decenas de discos.
Fue Ñico Saquito el gran promotor de la pareja, porque envió sus grabaciones a La Habana, la ciudad donde se instalaron después y cosecharon incontables éxitos.
En la capital cubana nació Que viva Changó, un tema que resonó en todo el país, pues fue el primero en mezclar la música guajira con el tema de origen Yoruba.
Quizás, lo más cautivador en la historia de esta mujer nacida el 16 de marzo de 1928 es que, habiendo recibido incontables propuestas para cantar géneros diferentes, decidió cultivar en todo tiempo la música campesina.
Algunos la ningunearon o la miraron despectivamente en sus inicios por esa decisión. Sin embargo, al final, Celina se convirtió en un referente musical cubano, en una mujer ante la que había que quitarse el sombrero, en una artista ejemplar.
Viajó por Inglaterra, Colombia, Ecuador, Argentina, México, España, República Dominicana, México, Estados Unidos y Puerto Rico; y siempre regresó a Cuba. Tenía como premisa que su gran mérito estaba en “haber nacido en Cuba, ser parte del pueblo de Cuba, en ser una cubana patriota, una guajira de corazón, una mujer como cualquiera de mi país que cumple con las cosas del hogar y del trabajo”.
Esa sencillez la mantuvo hasta sus últimos días, que soportó padeciendo una enfermedad penosa y larga. No vivía de su historia inmensa, ni se pavoneaba por haber cantado junto a junto a Nat King Cole, Benny Moré, Barbarito Diez, Pedro Vargas o Adalberto Álvarez.
Por todo eso Celina no merece el olvido, necesita que mantengamos viva su música y la recordemos más allá del Punto Cubano que la hizo una verdadera estrella.