Gerardo Abreu Fontán, inclaudicable líder de la lucha clandestina

Share Button
Por Gislania Tamayo Cedeño | 8 febrero, 2025 |
0

En busca de mejores oportunidades de empleo, Gerardo Abre a los 11 años se traslada hacia La Habana allí desempeña duros oficios, es aprendiz de carpintero, trabaja en una imprenta y además fue peón en el mercado.

Es negro y humilde, esta condición pesa sobre sus hombros, es discriminado y todo ello va forjando su espíritu de rebeldía que lo conlleva a ingresar en el Partido Ortodoxo.

Al producirse el cuartelazo del 10 de marzo, se entrega al combate frente al tirano Fulgencio Batista. Su nombre de guerra Fontán.  Era un hombre disciplinado y dispuesto a colaborar con quienes se oponían a la dictadura. Se caracterizaba por su honradez, su inteligencia natural y su valentía.

Nació en un hogar muy humilde, el 24 de septiembre de 1932 en Santa Clara,  apenas tiene oportunidad de estudiar, y desde muy joven tuvo que trabajar para ayudar al sustento de los suyos.

Con orgullo natural afirmaba que él no quería morir, pero añadía que si exponía su vida era precisamente por vivir.

Su hermana lo recuerda como un hombre de estatura mediana, delgado, muy ligero, de pasos rápidos y largos. Solo pudo estudiar poco tiempo, sin embargo era un incansable lector que se mantenía muy bien informado de la situación del país.

Junto a Ñico López organiza las Brigadas Juveniles aglutinando jóvenes de ambos sexos y diferentes orígenes sociales.

Cuando Ñico López viaja a México para enrolarse en la expedición del Granma, Abreu Fontán asumió la dirección de las brigadas clandestinas desarrollando una intensa labor que provoca que sobre él recaiga la atención de la tiranía que empieza a perseguirlo tenazmente.

Una de las acciones organizadas por el joven revolucionario y que tuvo mayor repercusión en La Habana fue la colocación de más de 100 bombas en una sola noche.

Después del desembarco del Granma sus actividades se multiplican, por lo que las fuerzas represivas lo persiguen constantemente, quien actúa en la más absoluta clandestinidad.

El odio de la tiranía crece. Y el 7 de febrero de 1958, hace 67 años los esbirros de Esteban Ventura Novo lo identifican, es perseguido hasta que lo detuvo una perseguidora que transitaba incidentalmente por allí.

Es trasladado a la Novena Estación de Policía donde lo torturan brutalmente para obtener información sobre quienes integraban el Movimiento 26 de Julio en La Habana y del lugar donde se ocultaban las armas. De su boca no salió una sola palabra.

En el acto por el aniversario 50 de su asesinato, expresó Ricardo Alarcón de Quesada: …“Hoy les hablo del jefe más querido, del que tanto aprendimos, quien nos sigue dando fuerza y nos guía, ahora y siempre con su modo sabio, suave y firme de dirigir”.
“Llegó a ser para nosotros un mito. Él, que no había avanzado en la enseñanza elemental, dirigió a los jóvenes y estudiantes de la capital y ninguno dudó nunca que Gerardo era el más capaz, el más sensible, el más profundo de nuestros compañeros”.

Su cadáver presentaba 15 perforaciones producidas por armas de fuego y 57 punzonazos; le habían cortado la lengua y sus órganos genitales estaban completamente destrozados, pero ni aun así pudieron doblegar al valiente revolucionario.

Al día siguiente su cadáver apareció al lado del edificio de los Tribunales de Justicia, en lo que es hoy la Plaza de la Revolución.

Solo 25 años tenía y le bastaron para ganarse el cariño, el respeto y un lugar de gloria entre los cubanos que estaban junto a él.

 

Bibliografía consultada : Bohemia…febrero 2018

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *