Acercamiento a Amelia Peláez

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Por Luis Carlos Frómeta Agüero | 8 abril, 2025 |
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El 8 de abril de 1968 falleció en La Habana, la destacada pintora cubana Amelia Peláez del Casal quién había nacido en 1897 en el poblado de Yaguajay, en Las Villas.

Estudió pintura en la Escuela San Alejandro, como discípula de Romañach. En 1924 consolidó su primera exposición personal junto a María Pepa Lamarque, y toma un curso de verano en The Art Students League de Nueva York.

Posteriormente se estableció en París, llega a la Ecôle Nationale Supérieure de Beaux Arts y a la Ecôle du Louvre y toma cursos libres de dibujo en la Grande Chaumiére. Expone en la Galería Zak, presentada por Francis de Miomandre: figuras de mujer, paisajes y naturalezas muertas muestran la variedad de direcciones a que apunta su obra durante su estancia europea.

En 1934 regresa a Cuba y organiza un taller en su casa de la Víbora, en donde trabajó hasta el final de su vida. En1936 expone los primeros óleos pintados tras su regreso a Cuba: “bodegones criollos” con flores y frutas, en los que se van introduciendo elementos del ambiente criollo.

Tres años después pinta sendos murales para las escuelas “José Miguel Gómez” de La Habana y la Normal para Maestros de Santa Clara. Participa en la exposición El Arte en Cuba, en la Universidad de La Habana en 1940. Colabora con dibujos en las revistas Espuela de plata, (1939-1941), Nadie parecía (1942- 1944) y Orígenes (1944-1956). En 1943 tiene una retrospectiva

El estilo único y personal de Amelia no solo está presente en su labor pictórica, sino también en sus trabajos en cerámica, que inició en 1950 y a los que se dedicó intensamente hasta 1962.

Los asistentes a las Bienales de Sao Paulo y Venecia celebradas en ese período, pudieron apreciar varias de las piezas surgidas de sus hábiles y creativas manos. También se vincula al tema de la Naturaleza muerta.

En estas la composición gira alrededor del asunto central, gruesas líneas negras sirven de nexo de unión y, a la vez, de límite entre zonas planas de color.

El mediopunto y la luceta, los arabescos y giros de la herrería, los colores – azules, rojos y amarillos – de gran brillantez, realzan la composición de Amelia, un referente femenino de la visualidad cubana.

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