Cada 12 de mayo desde el año 1933, se celebra el Día Mundial de la Fibromialgia y del Síndrome de la Fatiga Crónica, coincidiendo con el natalicio de Florence Nightingale, enfermera inglesa que inspiró la fundación de la Cruz Roja y que quedaría postrada en su cama durante 50 años a causa de esta enfermedad.
La fibromialgia es una enfermedad reumatológica caracterizada por dolor crónico en todo el cuerpo, especialmente en los músculos y en las articulaciones de la espalda y las extremidades, genera un cansancio persistente, dolor de cabeza, insomnio, ansiedad, entre otras dolencias.
Fue reconocida como enfermedad por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1992.
Es una enfermedad compleja y real, además es difícil de diagnosticar porque cada paciente es diferente y requiere de un tratamiento individual que satisfaga sus necesidades para aliviar los síntomas y mejorar su calidad de vida.
Es más común entre mujeres de 20 y 50 años de edad, también pueden sufrirla hombres y niños.
La fibromialgia puede afectar significativamente a la calidad de vida de las personas que la padecen y tener un importante impacto personal, familiar, laboral y social.
Aunque no existe cura para la fibromialgia, si hay terapias físicas y psicológicas que pueden reducir el efecto de la enfermedad en el cuerpo.
También algunos medicamentos pueden ayudar a controlar el dolor y mejorar la calidad del sueño.
Algunas investigaciones demuestran que la práctica de ejercicio moderado sobre todo los de tipo aeróbico, realizados de forma pequeña reducen el dolor y mejoran las funciones orgánicas.
Se recomienda a las personas aquejada de fibromialgia a realizar ejercicios de movilidad articular y flexibilidad, ejercicios de fuerza muscular, aeróbicos y en el agua.
También se puede realizar yoga y tai chi, que combinan la meditación, los movimientos lentos, la respiración profunda y la relajación.
Por su parte el síndrome de la fatiga crónica, con una causa desconocida, también es una enfermedad que genera fatiga persistente que interfiere en la vida cotidiana de quienes la padecen y se manifiesta desde una infección viral hasta el estrés psicológico.
Y cualquier esfuerzo que haga la persona afectada termina muy agotada.
Sus síntomas se manifiestan a través de pérdida de memoria o concentración, dolor de garganta, agrandamiento de los ganglios linfáticos del cuello o las axilas, dolor articular o muscular sin causa aparente, dolores de cabeza, sueño no reparador, agotamiento extremo que dura más de 24 horas después de realizar ejercicio físico o mental, las personas afectadas con este síndrome sufren de depresión, aislamiento social restricciones en el estilo de vida y aumento en las ausencias laborales.