
“Recuerdo que desde niña sentí inclinación por el oficio; en mis juegos y dibujos infantiles siempre estuvo presente manejar. Es algo que hoy le agradezco con mucho orgullo a mi padre, quien me enseñó el arte del timón desde muy joven”, evoca , Udelvia Tamayo Ramírez, una de las tres mujeres de la Unidad empresarial de base de Taxis Cuba Granma, dedicadas al transporte de servicios públicos en Bayamo.
“Hace más de 30 años ejecuto esta actividad con verdadero amor humanista, sobre todo en el último período, trasladando de lunes a sábados, en días alternos, a los pacientes nefróticos de Bayamo y Río Cauto hacia la sala de Nefrología del Hospital provincial Carlos Manuel de Céspedes.
“En mi rutina de trabajo he aprendido a amar a mi semejante, a sensibilizarme con sus problemas de salud y a sentirme como un miembro más de las familias para quienes el servicio asistencial es una prioridad y no un deber, gracias a este oficio”, refiere la oriunda de La Cuchilla, un barrio de la comunidad de Molino Rojo, en esta ciudad.
“La responsabilidad en el volante, aquí, debe ser minuciosa; primero, por el cuidado que requieren estas personas, teniendo en cuenta su padecimiento; y segundo, por el peligro que acecha en la carretera a cada instante.
“La falta de una cultura vial y las indisciplinas al timón son los mayores retos para quien se consagra a esta labor”.
Subraya que el estudio constante de la Ley 109 y el respeto a las leyes del tránsito constituyen el mejor antídoto para evitar los accidentes en la vía.
“Desde los 19 años manejo y nunca he tenido un accidente, porque siempre he tenido en cuenta las enseñanzas de mi padre, los conocimientos que me han impartido en las entidades encargadas para tal oficio y el buen estado técnico del auto, del cual he tenido que ser su mejor aliada en la mecánica.
“Este carro me lo dieron en mal estado y, poco a poco, lo fui reparando; estos taxis son muy viejos, de fabricación soviética, sus piezas funcionan por las innovaciones y mis inventivas para echarlo a rodar.
“No siento temor a manejar, ni siquiera la primera vez; tampoco vergüenza, pues cuando parqueo el taxi, atiendo mis tareas hogareñas como cualquier mujer. Por cierto, aún existen prejuicios sociales: hay quienes todavía se asombran o emiten criterios machistas. Por ejemplo, me han preguntado por qué no ejercer otra actividad”, apunta.
Al resaltar el papel de la mujer en el volante, sugiere que no le tengan miedo, ni complejo alguno, pues enfrascarse en la tarea diariamente tiene sus retos, pero también sus encantos.