
Nacido en el habanero municipio de Marianao, el reconocido especialista en paleoclima, Jesús M. Pajón Morejón, cuenta que las Matemáticas, la Geografía y la Historia, fueron sus asignaturas predilectas en la enseñanza primaria.
Esa inclinación se acentuó más al cursar la secundaria básica, en la escuela Juan Manuel Márquez, en la que excelentes maestros le incentivaron el interés hacia esas materias.
Atraído por la naturaleza, el muchacho soñaba con recorrer las más intricadas cavernas y parajes de la campiña cubana, deseo que pronto se haría realidad cuando el joven profesor de Geografía, Javier Rodríguez Rubio, creó allí un círculo de interés en Espeleología.
«Salimos de la Dirección de Educación de Marianao un domingo, muy temprano, a realizar nuestra primera expedición a la cueva de Inzunza, en Quivicán. Tanto me impresionó descubrir el mundo subterráneo, que, para el resto de mi vida, quedé ligado a él».
Incorporado después al Grupo Espeleológico Martel, del cual aún es miembro, el profesor Jesús Pajón afirmó que la espeleología ha sido una de sus grandes pasiones.
«Más allá de aprender y disfrutar las bellezas naturales de mi país, me permitió adquirir las habilidades físicas, técnicas y organizativas, indispensables para la investigación de campo».
De manera especial, recuerda las cinco expediciones que hizo en los años 80 a cuevas del Pan de Guajaibón, así como a otras 30 a los sistemas cavernarios Majaguas-Cantera y Santo Tomás, con el propósito de datar estalagmitas y develar indicadores del comportamiento del clima en el pasado, información vital para comprender los cambios naturales que ha tenido este a lo largo de siglos y su vínculo con el calentamiento global actual.
«Por más de cinco décadas en esta profesión viví situaciones difíciles. Una de ellas ocurrió en una escalada por las cascadas de la cueva Dos Anas, que forman un acantilado. El ascenso era muy complejo, me resbalaba a cada paso y no pude llegar al final.
«Quedé amarrado por más de una hora en una solapa muy estrecha en el llamado Torreón del Rayo, pegado a un paredón de rocas como una araña, y empapado por el agua que caía, hasta que un compañero me ayudó en el descenso.
«Imposible no decir que, gracias a la Espeleología conocí, en 1973, precisamente en la cueva de Inzunza, a mi esposa y compañera en la vida por más de 40 años, Mayra Espina. El Grupo Martel había organizado una pequeña exploración para alumnos del preuniversitario del Vedado Saúl Delgado, y Mayra estaba entre ellos.
«El interés por la ciencia del otro y apoyarnos mutuamente, han sido elementos fundamentales de nuestra relación, que disfrutamos mucho. Tenemos la costumbre de leer los trabajos de cada uno antes de publicarlos, nos preguntamos dudas para mejorar argumentos y discutimos los aspectos que no quedan claro. A Mayra le encanta el paisaje subterráneo y yo la acompaño en numerosos debates de las Ciencias Sociales».
Para ambos, la familia es el centro de la vida. «Nuestro hijo David también forma parte de ese mundo profesional desde pequeño», aseveró Pajón Morejón.
PASIÓN POR LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA
Egresado de la carrera de Licenciatura en Química en la Universidad de La Habana (por motivos familiares la terminó en el curso para trabajadores), el profesor Jesús Pajón inició su vida laboral en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNIC), etapa de la cual mucho agradece la formación recibida del doctor Reinerio Fagundo.
Según precisó a Granma, luego laboró, por ese orden, en el Instituto de Geofísica y Astronomía, en el Departamento de Arqueología del Instituto de Antropología, y en el Museo Nacional de Historia Natural de Cuba (MNHN), entidad a la cual ingresó en 2012 como investigador curador.
Ahí encontró mayores posibilidades para continuar los estudios sobre el Paleoclima de la Isla y los Paleohuracanes, que forman parte del Programa Nacional de Cambio Climático en Cuba. Impactos, Mitigación y Adaptación.
«Debo decir que no fue fácil insertar esa línea investigativa en la agenda de instituciones más apegadas a la producción de conocimientos por disciplinas específicas, dado que era un tema muy poco estudiado en la ciencia nacional, y la obtención de resultados dependía, en buena medida, de análisis de laboratorio que no podían hacerse en Cuba y eran costosos en el extranjero».
Consultado sobre los principales aportes de esos estudios, respondió que lo más relevante consistió en realizar la reconstrucción del clima cubano del pasado, desde el presente hasta 250 000 años atrás, y sus tendencias evolutivas, a través de dataciones isotópicas con estalagmitas localizadas en las cuevas Dos Anas y Antorcha, pertenecientes a los sistemas cavernarios Majaguas-Cantera y Santo Tomás, en el oeste de la provincia de Pinar del Río.
«También obtuvimos nuevos registros isotópicos y dataciones de alta resolución para los últimos 12 000 años en Cuba occidental, que permitieron identificar la ocurrencia de eventos climáticos fríos y cálidos, no detectados antes, así como una amplia variabilidad de las temperaturas y las precipitaciones en nuestro archipiélago y el Caribe.
«Se constató, asimismo, la incidencia de un intenso evento de clima frío y seco denominado Younger Dryas, acaecido de 12 000 a 11 000 años atrás, etapa en la que la temperatura media estimada para Cuba fluctuó entre siete y nueve grados Celsius, y obtuvimos el mapa de la posición del nivel del mar en Cuba hace 125 000 años, que fue introducido en el macroproyecto Escenarios de peligros y vulnerabilidad de la zona costera cubana, asociados al ascenso del nivel del mar para los años 2050 y 2100».
Ponderó que, gracias a la solidaridad entre científicos, pudo acceder a laboratorios de primer nivel de las universidades de Ontario, Heidelberg y Alabama, en las que se analizaron muestras cubanas de estalagmitas, corales fósiles y sedimentos de polen.
Jubilado en 2024, el profesor Jesús Pajón gusta de la lectura y escuchar música pop rock. Siente particular predilección por el beisbol y el baloncesto, hacer caminatas, ir al teatro y pasear con la familia.
«Tengo previsto hacer un E-book que reúna los resultados de mis investigaciones y una colección de fotos bellísimas, del karst cubano. Pero más que todo, sueño con volver en una expedición a la cueva Dos Anas, un lugar entrañable para el Grupo Martel».