
Este 28 de septiembre se cumplen 65 años del establecimiento de las relaciones diplomáticas entre la República de Cuba y la República Popular China.
Una efemérides que no solo conmemora un hito cronológico, sino que celebra una amistad y relación estratégica, ideológica y humana, cimentada en la solidaridad entre dos pueblos que han elegido el camino del socialismo, enfrentando con dignidad las adversidades impuestas por un orden internacional injusto.
Desde aquel 28 de septiembre de 1959, cuando Cuba, recién triunfante en su Revolución, y China, en pleno proceso de construcción socialista, decidieron reconocerse mutuamente, hasta hoy, la relación bilateral ha transitado por etapas de consolidación, madurez y profundización multidimensional. No se trata de una simple relación diplomática, sino de una asociación integral, basada en principios compartidos: la defensa de la soberanía nacional, la no injerencia en los asuntos internos, el respeto mutuo, la igualdad y la cooperación basada en beneficios mutuos y ganancias compartidas.
Las relaciones entre los dos países, esencialmente, se han caracterizado por la ampliación y profundización de sus vínculos entre sus Partidos, gobiernos y pueblos de manera sistemática. Las altas autoridades de los dos países han declarado, de manera explícita, la alta prioridad que les conceden al vínculo entre las dos naciones. De manera frecuente, los máximos líderes de ambos países afirman, exento de retórica, que sus relaciones son entre buenos amigos, entrañables compañeros e íntimos hermanos, lo que refleja el carácter especial de los vínculos sino-cubano.
Cuba y China, con sus particularidades, están inmersas en la construcción del socialismo, con gran afinidad ideológica y política, comprometidas con el mejoramiento del nivel de vida de sus poblaciones. De hecho, los dos países están liderados por Partidos Comunistas que abogan por el Marxismo-Leninismo. Además, tienen una posición muy cercana en los asuntos multilaterales y en la concepción y orden del sistema de relaciones internacionales.
El Partido Comunista de Cuba y el Partido Comunista de China han sido, desde el inicio, los pilares fundamentales de esta relación. Ambos partidos comparten una visión marxista-leninista adaptada a sus realidades nacionales, y han mantenido un intercambio constante de experiencias en materia de construcción socialista, gobernabilidad, lucha contra la corrupción y fortalecimiento de la cohesión social.
Las visitas recíprocas de altos dirigentes partidistas —como la del Secretario General Xi Jinping y la del Primer Secretario del Comité Central del PCC, Miguel Díaz-Canel—, han reafirmado el compromiso mutuo de profundizar la coordinación estratégica y la unidad ideológica. Ambos partidos han reiterado su “voluntad inquebrantable de defender el socialismo, resistir la hegemonía y promover un nuevo orden internacional más justo y equitativo”.
A nivel estatal, las relaciones se han caracterizado por una cooperación institucional sólida. Existen gran número de mecanismos bilaterales de diálogo en sectores como salud, biotecnología, energía, agricultura, cultura y educación. El Comité Intergubernamental Cuba-China, presidida por autoridades de alto nivel, ha permitido la planificación estratégica de la cooperación, con resultados tangibles.
Diplomáticamente, Cuba y China mantienen una gran alineación en foros multilaterales. Ambos países defienden la Carta de las Naciones Unidas, el multilateralismo efectivo y el derecho de los pueblos a elegir su propio sistema político. Cuba ha apoyado invariablemente la posición de que existe una sola China y que Taiwán es parte inseparable de ella. Por su parte, China ha respaldado sistemáticamente en la ONU la resolución anual contra el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos a Cuba, votando a favor en cada ocasión desde 1992.
En el escenario internacional, Cuba y China han sido voces firmes en la defensa del Sur Global. Ambos países promueven la reforma de la gobernanza global, la democratización de las relaciones internacionales y el respeto al derecho internacional. Cuba, como miembro fundador del Movimiento de Países No Alineados, y China, como potencia emergente con vocación de liderazgo responsable, han encontrado en su asociación un espacio para impulsar una agenda alternativa al unilateralismo.
La participación de Cuba en la Iniciativa de la Franja y la Ruta ha sido un hito estratégico. Cuba no solo se ha adherido formalmente, sino que ha identificado proyectos concretos de infraestructura, logística y conectividad digital que se alinean con su Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta 2030. En 2021, se firmó el “Plan de Cooperación Cuba-China en el Marco de la Franja y la Ruta”, que prioriza la modernización portuaria, la digitalización de servicios públicos y el fortalecimiento de la capacidad productiva nacional.
Asimismo, ambos países han abrazado la visión de construir una “Comunidad de Futuro Compartido para la Humanidad”, propuesta por el presidente Xi Jinping. Cuba tiene una visión de esta iniciativa como de muy necesaria, ya que reconoce la interdependencia global exige soluciones colectivas a desafíos como el cambio climático, las pandemias y la brecha tecnológica.
Más allá de los gobiernos y los partidos, el vínculo entre los pueblos cubano y chino ha crecido con fuerza. Miles de cubanos han estudiado en universidades chinas con becas gubernamentales, a la vez que gran número de estudiantes chinos han aprendido el idioma español en Cuba. La cultura china es cada vez más visible en Cuba: desde las celebraciones del Año Nuevo Lunar en La Habana Vieja hasta la enseñanza del mandarín en escuelas secundarias y universidades.
El Instituto Confucio en la Universidad de La Habana, ha formado a gran número de estudiantes en lengua y cultura china. Por su parte, Cuba ha promovido en China el conocimiento de su historia, música con exposiciones, festivales de cine y publicaciones académicas traducidas al chino. El flujo turístico, aunque aún limitado por factores logísticos, es una vía muy importante de intercambio cultural entre los dos países.
La verdadera fortaleza de una relación se mide en los momentos difíciles. Cuba y China han demostrado, en múltiples ocasiones, una solidaridad inquebrantable. Durante la pandemia de COVID-19, China donó a Cuba, principalmente, equipos de protección personal y reactivos para diagnóstico. Cuba envió brigadas médicas del Contingente Internacional Henry Reeve a China en momentos críticos, en un gesto de reciprocidad humanista que fue ampliamente reconocido por las autoridades y la población china.
Tras el paso del huracán Ian, que devastó la Isla de la Juventud y la provincia de Pinar del Río, China envió ayuda humanitaria inmediata para amortiguar los desastres ocasionados.
A pesar de los logros, no faltan retos. La asimetría económica entre ambos países exige creatividad para garantizar una cooperación equilibrada. Cuba debe seguir fortaleciendo su capacidad exportadora —especialmente en servicios médicos, biotecnológicos y educativos— para equilibrar la balanza comercial. Las autoridades entre los dos países están comprometidas a buscar soluciones creativas para destrabar los vínculos comerciales y estimular la inversión entre ambos países.
En el plano geopolítico, ambos países enfrentan una presión creciente de potencias occidentales que ven con recelo el fortalecimiento de esta alianza Sur-Sur. Cuba, sometida a un bloqueo extraterritorial cada vez más agresivo, y China, objeto de una campaña de contención tecnológica y diplomática, deben seguir coordinando estrategias de resistencia y promoción de su modelo de desarrollo.
Sin embargo, el optimismo es legítimo. Las bases de la relación son sólidas: ideológicas, históricas, humanas y estratégicas. La voluntad política de ambos gobiernos es firme. El pueblo cubano valora profundamente la amistad con China, y el pueblo chino reconoce en Cuba un símbolo de dignidad y resistencia.
En este 65º aniversario, Cuba y China no solo celebran el pasado, sino que proyectan un futuro compartido. Un futuro donde la cooperación científica permita curar enfermedades, donde la tecnología china contribuya a la soberanía energética cubana, donde la cultura de ambos pueblos se entrelace aún más, y donde juntos, como dijo el Comandante en Jefe Fidel Castro, “construyamos un mundo mejor, más justo y más humano”.
La senda trazada es larga, pero la brújula está clara: socialismo, soberanía, solidaridad y futuro compartido. ¡Que los próximos 65 años sean aún más fructíferos!.
*El autor de este texto es investigador del Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI).