Este 3 de octubre se cumplen 64 años del asesinato del joven alfabetizador Delfin Sen Cedre, cuyo único delito fue tratar de acabar con la ignorancia que había dejado el capitalismo, para que cada cubano supiera leer y escribir. Llegar a cada rincón con la luz de enseñanza.
Ante el llamado de Fidel se incorporó rápidamente a la Campaña de Alfabetización
Esa noche Delfín Sen Cedré, Ignacio Rivero y Manuel Brito Martín, integrantes de las Brigadas Obreras de Alfabetización Patria o Muerte, se encontraban en su campamento de la finca La Luisa, intrincado lugar de Quemado de Güines, en la provincia Villa Clara, esperando a los demás compañeros que no habían regresado de impartir las clases.
Ante las amenazas y mensajes para que abandonaran el lugar; alguien los alertó y les propuso entregarles una pistola para defenderse, a lo que respondió: “Nuestra arma es el lápiz y la cartilla”.
Al lugar llegaron las bandas contrarrevolucionarias organizadas y financiadas por la Agencia Central de Inteligencia que operaban en la zona, dispuestos a asesinarlos.
Uno de los cuales gritó: “¿Cuál de ustedes es el chino comunista?” a lo que Delfín respondió: “¡Yo soy el Chino Comunista!”
Esta fue la frase que dijo Delfín Sen Cedré, el 3 de octubre de 1961, minutos antes de ser asesinado.
A Delfín lo estrangularon y lo arrastraron rumbo al río y avanzados unos metros, lo ahorcaron.
Se convertía en otro mártir de la Campaña Nacional de Alfabetización, junto a Conrado Benítez y Manuel Ascunce, asesinados por hacer que todos los cubanos analfabetos aprendieran a leer y escribir.
Delfín, nació el 26 de enero de 1935, en el seno de una familia humilde, necesitó trabajar desde la más temprana edad.
Desempeñó diferentes labores para mantener a su familia y poder estudiar. Fue panadero, dulcero, trabajador de una tienda de víveres y dirigente sindical de su centro.
Como miembro de las Milicias Nacionales Revolucionarias participó en la lucha contra bandidos en el macizo montañoso del Escambray,
Era revolucionario y apoyó a la naciente revolución cubana y lo hizo constar en misiva dirigida a su hermana Teresa, donde le decía: “(…) porque esta Revolución es el futuro glorioso no podemos más que llevar a cabo cuanto sacrificio nos imponga pues nuestro descanso sólo estará en la tumba, que es el descanso del Revolucionario (…)”