
En plena Ciudad Escolar Camilo Cienfuegos, en el municipio de Bartolomé Masó, se alza la otrora Villa del Educador, testigo silenciosa de jornadas de superación, debates pedagógicos y también celebraciones, donde se alberga el esfuerzo de todo un sector y la colaboración de personalidades que hoy claman por un rescate que devuelva su esplendor y, lo más importante, su razón de ser.
Fundada como un proyecto colectivo, la actualmente conocida como villa El Sol, nació de la necesidad de contar con un espacio propio para la recreación, la ciencia y la superación de los educadores granmenses. Alexis Serrano López, su director fundador, recuerda cómo una escuela básica en el campo cedió su lugar para un sueño mayor.
“Inmediatamente la idea fue abrazada por todos y, en horarios extras y jornadas voluntarias, se volcó todo el sector a su ejecución”.
El centro no tardó en convertirse en un baluarte para la pedagogía local y provincial, precisa Mario Álvarez Ochoa, quien fuera subdirector de la Enseñanza Técnica y Profesional (ETP), en su época dorada.
“Fue este el sitio ideal para desarrollar eventos de formación vocacional, sociedades científicas y otras actividades. En su salón de convenciones, dotado de 100 puestos, aprovechamos para realizar defensas de trabajos de terminación de estudios y discusión de tesis de maestrías, pues existían todas las condiciones”.
Juan Milán Escalona, inversionista al frente de la ejecución de la obra, describe una instalación completa, diseñada para el confort y el desarrollo: habitaciones con ventilación, piscina, pista de baile, restaurante y bar al aire libre; sin embargo, ese potencial hoy yace subutilizado.
“Ya sus servicios no están a disposición de educadores ni de nadie más, lamenta. La instalación está prácticamente cerrada, sin perspectivas de abrir próximamente al público y con un colectivo diezmado de apenas cuatro trabajadores que resisten los embates del abandono”.
El punto de inflexión se inició en 2014, cuando la propiedad fue transferida a la Empresa de Alojamiento y Recreación en Granma (ALIREC). Desde entonces, la Villa del Educador inició un declive que la ha llevado a sus “peores tiempos”, según coinciden sus fundadores y actuales directivos: sin mobiliario, sin trabajadores y sin un suministro estable de recursos.
Frente a este panorama, surge una luz de esperanza. Juan Alfredo Corcoles Mojena, director general de Educación en Bartolomé Masó, confirma la voluntad del sector de rescatar las prestaciones del centro.
“Los propósitos que se esperan tras la recuperación de los locales es darle uso como campamento de pioneros con sus acostumbradas rotaciones y, en la medida de las posibilidades, ir brindando a maestros y trabajadores del sector un sitio para el esparcimiento y la realización de actividades varias, explica Corcoles Mojena.
“También podríamos prestar los servicios de otrora a diversos organismos, priorizando siempre su objeto social como centro de exploradores”.
Este renacer cuenta con aliados invaluables como los esposos Turrini, quienes a través de la organización CUBASOLAR, financiaron gran parte de la obra y ahora mantienen su disposición de seguir ayudando en el restablecimiento de sus funciones de antaño.
La Villa del Educador no es solo un conjunto de edificios, es patrimonio del esfuerzo de los educadores granmenses y referente del buen hacer en función de la docencia y la investigación pedagógica.
De ahí que, revitalizarla y devolverla a las actuales y futuras generaciones de maestros a quienes por derecho e historia les pertenece, significa honrar la memoria de quienes la levantaron con sus manos como un espacio donde yace un sueño pedagógico que se resiste al olvido.
