
Manzanillo.- Los campesinos y trabajadores agrícolas del municipio a orillas del Golfo de Guacanayabo emprenden con optimismo las faenas recuperativas en los campos para resarcir las consecuencias de las inundaciones por el huracán Melissa al sector, donde se concentran los mayores daños en esta porción sur de la provincia de Granma.
Desde la Delegación municipal de la agricultura se alistan estrategias para la extensión de planes de siembra de cultivos de ciclo corto en las áreas de 954.5 hectáreas en producción que fueron anegadas en agua, en virtud de lograr su rehabilitación en plazos entre 15 y 90 días para asumir en el menor tiempo posible la obtención de alimentos para los manzanilleros.
Con afectaciones totales y parciales a las plantaciones, figuran pérdidas de 1734 toneladas de plátano, dos mil 170 de yuca, 305 de calabaza, 35 de frijol, fundamentalmente en los polos productivos ubicados en zonas de Sitio-Remate, Blanquizal, Vuelta del Caño, Cayo Espino y Jibacoa.
Mientras que se contabiliza el deterioro de 400, 1200, 208, 30, y 78 toneladas de pepino, tomate, maíz, cebolla, fruta bomba, respectivamente, informó Emmanuel Fajardo Morales, delegado en Manzanillo.
Las más de 1230 toneladas de viandas, hortalizas, granos y frutas recuperadas han tomado como destino principal los centros asistenciales y educativos que tienen carácter priorizado, mercados y puntos de ventas para el acceso a estos de los residentes de la urbe costera.
En el área arrocera solamente, los daños ascienden las 859 hectáreas, señala el directivo, representativas de perjuicios en más de dos mil toneladas del cereal, listo para corte o en crecimiento, grano indispensable para el plato de los habitantes de la segunda ciudad en importancia de la suroriental provincia.
Más de 225 cabezas de ganado vacuno fue el saldo del daño a los productores pecuarios, lo que puede incidir en la disminución de los aportes de leche fresca y el consiguiente efecto negativo al compromiso anual de entrega a la industria.
Nuevamente los eventos climatológicos ponen a prueba la resiliencia y el ímpetu de los agricultores de buscar soluciones, a sabiendas de que de sus manos y sudor depende la alimentación del pueblo.
