Aniversario 154 del crimen contra ocho estudiantes

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Por Gislania Tamayo Cedeño | 27 noviembre, 2025 |
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Ocho estudiantes fueron las víctimas de aquel doloroso crimen, aquel 27 de noviembre de 1871, de las cuales las cinco primeras le fueron fáciles de escoger. El primero fue el joven Alonso Álvarez de la Campa y Gamba, quien había arrancado una flor del jardín situado delante de las oficinas del cementerio.

A él le siguieron Anacleto Bermúdez y Piñera, José de Marcos y Medina, Ángel Laborde y Perera y Juan Pascual Rodríguez y Pérez, por haber jugado con el vehículo de transportar los cadáveres destinados a la clase de disección.

Los tres restantes se escogieron al azar. Ellos fueron Carlos de la Torre y Madrigal, Carlos Verdugo y Martínez y Eladio González y Toledo.

Los alumnos del primer año de Medicina en la Universidad de La Habana esperaban en el Anfiteatro Anatómico la llegada de su profesor, doctor Pablo Valencia y García, quien impartiría una clase de Anatomía.

Una falsa acusación del celador al gobernador político Dionisio López Roberts, manifestando que los estudiantes habían rayado el cristal que cubría la tumba donde reposaban los restos de Gonzalo Castañón, un agitador político y periodista español.

El Cuerpo de Voluntarios de La Habana preparó a su favor un juicio sin prueba alguna, que los condenó a muerte y la iglesia católica le negó sepultura cristiana.

El sepulcro no fue violado. Solo había sido arrancada una flor en el pequeño jardín y otros cinco jóvenes cometieron la brutalidad de jugar con la carretilla que servía para trasladar los cadáveres.

El consejo de guerra firmó la sentencia. Se leyó, el fallo a los ocho estudiantes que debían morir, entraron en la capilla poco antes de las 4:00 de la tarde. Después de permanecer allí por espacio de media hora, se les condujo con las manos esposadas y un crucifijo entre ellas hasta la explanada de la Punta, donde se llevaría a cabo la ejecución.

José Martí en su extenso y apasionado poema “A mis hermanos muertos el 27 de noviembre”, demostró que el asesinato de los ocho estudiantes de medicina en el año 1871 era fuente de inspiración para continuar la lucha contra el régimen español.

En una de sus estrofas, subrayaba: “(…) Cuando se muere / En brazos de la patria agradecida, / La muerte acaba, la prisión se rompe; / ¡Empieza, al fin, con el morir, la vida!”

Ciento cincuenta y cuatro años han transcurrido de aquel abominable crimen en que el cuerpo de voluntarios protagonizó una campaña de violencia contra ocho jóvenes inocentes.

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