
Desde el Monumento Nacional Las Coloradas en el costero municipio granmense de Niquero, en un ambiente de homenaje y evocaciones, se recordó el desembarco de los expedicionarios del Yate Granma, acontecimiento que cambió el curso de la historia cuando en 1956, Fidel Castro al frente de sus combatientes cumplió la palabra empeñada de ser “libres o Mártires”.
Artistas granmenses, como el pionero Lincon Jefferson, la vocalista Ary Rodríguez, la agrupación Virama, entre otros, rindieron homenaje al hecho histórico y estrenaron el tema musical Todas las manos, todas, nacido al fragor de la etapa de recuperación, luego de las afectaciones del huracán Melissa.

Presidido por Yudelkis Ortiz Barceló, primera secretaria del Comité Provincial del Partido Comunista de Cuba en Granma, junto a otros dirigentes políticos y gubernamentales del territorio granmense, el homenaje incluyó la entrega del carné de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) a una representación de nuevos militantes.
De manera simbólica, 82 jóvenes destacados, reeditaron parte del desembarco que legó la unidad y firmeza de la generación del centenario al tiempo que Yaritza Jerez Cabrera, primera secretaria del Comité Provincial de la UJC en Granma, expresó el mensaje de la nueva generación en el cual reafirmo la continuidad asegurada de la Revolución en los pinos nuevos.
Y en aquel amanecer pintado de verde olivo, hace 69 años, la gesta fue embrión del Ejército Rebelde y las Fuerzas Armadas Revolucionarias, cuyo aniversario de creación se celebra hoy.

Ese día, tras una difícil travesía de ocho días desde Tuxpan, México, 82 expedicionarios encabezados por Fidel Castro llegaron a la zona pantanosa de Las Coloradas, en la provincia de Oriente. El viaje estuvo lleno de contratiempos climáticos y pérdidas materiales, lo que hizo que la expedición arribara con retraso y sin el factor sorpresa previsto.
El desembarco del Granma simbolizó el comienzo del proceso revolucionario que transformaría la realidad política, social y económica de Cuba. Aunque la expedición sufrió bajas iniciales y estuvo al borde del fracaso, la perseverancia de los sobrevivientes permitió reorganizarse en la Sierra Maestra, donde se consolidó el núcleo guerrillero que, en apenas dos años, lograría el triunfo del 1 de enero de 1959.
