En la biografía de los hermanos Fidel y Raúl Castro, Juan Almeida Bosque, Ernesto Che Guevara, Ramiro Valdés Menéndez, Camilo Cienfuegos y otros héroes de la patria ocupa un lugar destacado la expedición del yate Granma, llegada por las costas del municipio Niquero, el domingo 2 de diciembre de 1956.
Había partido del embarcadero del río Tuxpan, estado de Veracruz, siete días atrás, sorteado múltiples escollos, que incluyeron los intentos de asesinato de Fidel por parte de sicarios enviados por el dictador Fulgencio Batista y las pesquisas del FBI estadounidense y la policía federal mexicana para abortar el retorno de los luchadores antibatistianos a Cuba.
No todos los que recibieron entrenamiento militar en México pudieron abordar el yate, sobre todo por problemas de capacidad. Solo realizaron la heroica travesía 82 revolucionarios, distribuidos en un estado mayor y tres pelotones, dirigidos por el joven abogado y héroe del Moncada Fidel Castro.
Infundidos de coraje y decisión cantaron el Himno Nacional y la Marcha del 26 de Julio, y Fidel reafirmó la palabra empeñada: “En 1956 seremos libres o seremos mártires”.
LA ODISEA DEL DESEMBARCO
Pero la travesía del barco por el mar Caribe sufrió demasiados contratiempos: el sobrepeso con tantos hombres, más las armas y los alimentos; el agotamiento el combustible; y la caída de un hombre agua, a quien se buscó afanosamente hasta localizarlo. Por la radio del yate, escucharon algunas noticias de la sublevación de los revolucionarios en la ciudad de Santiago de Cuba, el viernes 30 de noviembre, organizada por Frank País, en apoyo al desembarco naval.
El 2 de diciembre, ante la falta de combustible para continuar hasta la ciudad de Manzanillo y la llegada del amanecer, obligaron a Fidel a tomar la decisión de enfilar el barco hacia Los Cayuelos, al oeste de playa de Los Coloradas. Para colmo encallaron en un tupido manglar, seguido de una ciénaga por casi medio kilómetro.
Alcanzar tierra firme constituyó una verdadera odisea, luchando contra el mangle, el lodo, los mosquitos y la maleza. Por fin, a las 11: 00 de la mañana, arribaron al primer bohío campesino, el de Ángel Pérez Rosabal.
A esa hora, el mando batistiano ya conocía el área de desembarco del yate Granma, hacia donde se dirigieron tropas marítimas y terrestres, al tiempo que la aviación trataba de localizar a los expedicionarios.
No avanzaron hacia el relativamente cercano poblado de Niquero, a unos 10 kilómetros de distancia, sino que acodaron dirigirse a la Sierra Maestra, como la segunda variante del plan, como se había proyectado tras el fracaso del Moncada. Las montañas les darían cobijo y una base segura para enfrentar la persecución del poderoso enemigo.
EL CUENTO DE LA MUERTE DE FIDEL Y OTROS REVOLUCIONARIOS
Desde el mismo momento del desembarco del Granma, la propaganda batistiana, incluso antes de tener contacto armado con los expedicionarios, declaraba la caída en “combare” de Fidel Castro y su hermano Raúl, Juan Manuel Márquez y Faustino Pérez Hernández, entre otros. Sin dudas, creaban condiciones para su asesinato una vez capturados.
La agencia estadounidense United Press (UP), el mismo 2 de diciembre, divulgaba las noticias redactadas por su corresponsal en La Habana, Francis L. Mac Carthy: “Aviones militares del gobierno ametrallaron y bombardearon a las fuerzas revolucionarias esta noche y aniquilaron a 40 miembros del mando supremos del Movimiento 26 de Julio. Entre ellos figuraba su jefe, Fidel Castro, de 30 años de edad”.
Y agregaba con acento triunfalista: “En breve y sangriento combate esta noche en un punto de la costa sur de Cuba, entre el puerto de Niquero y Manzanillo, de la provincia de Oriente, los revolucionarios, que habían logrado desembarcar y fueron sorprendidos a campo raso y aniquilados con mortífero fuego, por tierra y por el aire”.
La periodista estadounidense Ruby Hart Phillips, corresponsal The New York Times en La Habana, redactó algunas noticias con las datos suministrados por el gobierno, con lo que se hizo eco de la persecución de Castro y sus partidarios hasta ser destruirlos. Su estilo de trabajo no contempló realizar un viaje a Niquero para comprobar in situ lo que readalmente estaba ocurrido.
Fue una de las que divulgó que el grupo expedicionario estaba compuesto de 120 a 400 hombres y que tenían la intención de subir a la Sierra Maestra; pero que en el trayecto fueron diezmados por las fuerzas gubernamentales y Fidel Castro muerto.
Sin embargo, un escueto boletín del Ejército cubano informaba a la opinión pública: “La Marina de Guerra ocupó la embarcación encallada, encontrando en la misma objetos y documentos que pudieran ser verdaderos o un ardid para despistar. En esos documentos aparecen relacionados los nombres del mayor general Fidel Castro, con otras personas de menor grado”.
La nebulosa informativa mantuvo en jaque a la opinión pública nacional e internacional. Dos días después del desembarco, el periódico habanero Diario de la Marina continuaba divulgado la muerte de Fidel Castro: “Reitera la United Press que Fidel Castro pereció junto con su Estado Mayor poco después de desembarcar en Niquero”. Aunque más abajo, en un sumario, anotaba: “Oficialmente, hasta ahora, no hay confirmación oficial de la noticia. Van dactiloscopistas para Manzanillo para identificar a varios cadáveres”.
En las horas siguientes, la tiranía siguió propagando noticias sobre el exterminio de Fidel y sus hombres.
El Gobierno suspendió las garantías constitucionales y con ello impuso la más férrea censura de prensa. Ningún periodista cubano pudo acudir al terreno de los sucesos.
EL COMBATE DE ALEGRÍA DE PÍO
El miércoles 5 de diciembre, el destacamento fue sorprendió por una compañía de artillería del Ejército, al tiempo que aviones B-26 los ametrallaban, en el paraje conocido por Alegría de Pío, a 17 kilómetros al suroeste de Niquero. Ante la embestida del enemigo, los combatientes se dispersaron en varios grupos.
La revista Bohemia, en su edición del 9 de diciembre, en un editorial titulado ¡Alto al fuego! apuntaba: “En otros sitios de la costa oriental ha habido desembarcos o intentos de desembarco, sin que hasta el momento se conozca el verdadero alcance y penetración de esas operaciones”.
La sección En Cuba, de esta publicación, realizaba un certero análisis de la realidad imperante: “… se producía una operación militar en gran escala por la región oriental, con todos los elementos de guerra, contra núcleos de expedicionarios desembarcados cerca de Niquero, al mando de Fidel Castro”.
Asimismo, ofrecía diversos datos de las últimas declaraciones de Fidel en México: “que estaba de regreso en suelo cubano dirigiendo la lucha hasta la muerte del último combatiente contra el dictador cubano, Fulgencio Batista”.
Por su parte, el Diario de la Marina, del miércoles 12 de diciembre, informaba en un sumario: “Se desconoce si Castro está en Cuba”. No obstante, insertaba declaraciones del general de brigada Martín Díaz Tamayo, jefe militar de Oriente, quien ofrecía un plazo de 48 horas para la rendición de los rebeldes, acogiéndose a las garantías de perdón para sus vidas prometidas por el gobierno.
Para ofrecer una imagen de tranquilidad en el municipio de Niquero, el gobierno propagaba que había dado la orden de suspender las operaciones militares en esa zona. Además, la prensa informaba acerca de la visita realizada por varios dirigentes político de la oposición al primer ministro, Jorge García Montes, en busca de un arreglo pacífico del conflicto.
El domingo 16 de diciembre, a dos semanas de los sucesos de Niquero, la sección En Cuba de Bohemia, seguía comentando sobre la “segunda semana de guerra civil” en la Isla. Como era su estilo, presentaba las diferentes versiones alrededor del tema del desembarco y del supuesto aplastamiento de los insurrectos, aclarando tan solo que nada estaba claro.
La norma publicitaria de la tiranía consistió en que se creyera a pie juntilla sus “partes oficiales”, sin que existiera por los profesionales de la prensa y los comentaristas políticos, la menor posibilidad de someterlos a un contraste de la información.
Eran dos modos de apreciar el conflicto: el régimen intentaba mostrar que tenía el control de la situación, en tanto las fuerzas insurrectas, lideradas por Fidel Castro, ascendían a la Sierra Maestra, en invariable actitud combativa.
A la vez, eran dos vías diferentes de hacer propaganda: la batistiana, mentirosa y tendenciosa; y la revolucionaria, clara y precisa, tratando de llevar la verdad a la opinión pública nacional e internacional.
LA FARO DE LA SIERRA MAESTRA
Del contingente expedicionarios 21 fueron asesinados, 21 encarcelados, 21 subieron a los pinachos de la Maestra y 19 pudieron escapar por diferentes vías hacia Manzanillo, Bayamo, Santiago de Cuba, Holguín y Las Tunas.
Los que avanzaron hacia la montaña se reagruparon en torno al Líder Máximo Fidel Castro, formaron el núcleo principal del Ejército del Movimiento 26 de Julio, posteriormente denominado Ejército Rebelde.
De las montañas viajaron emisarios de Fidel a Celia Sánchez, en Manzanillo, y a Frank País, en Santiago de Cuba, con los desmentidos a la propaganda adversa del régimen. Por su parte, Faustino Pérez partió hacia La Habana con la misión de que los profesionales de la la prensa conocieran de la verdad de los hechos.
A pesar de los combates librados por los rebeldes, en La Plata y Llanos del Infierno, en la segunda quincena de enero de 1957, no sería hasta la sensacional entrevista realizada a Fidel Castro por el afamado periodista Herbert Lionel Matthews Papers, jefe de la plana editorial The New York Times, el 17 de febrero de ese año, que la incógnita quedó despejada: en Cuba existía un estado de guerra, con Fidel peleando exitosamente en la Sierra Maestra.
FUENTES: Pedro Álvarez Tabío: Diario de la guerra. Diciembre de 1956-febrero de 1957 (1986); Mayra Aladro Cardoso, Servando Valdés Sánchez y Luis Rosado Eiró: La guerra de liberación nacional de Cuba 1956-1959 (2007); Rolando Dávila Rodríguez: Lucharemos hasta el final. Cronología de 1956 (2012).
