Cuando Fidel entró triunfante a Bayamo

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Por Sara Sariol Sosa | 2 diciembre, 2016 |
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El 2 de enero de 1959, Fidel entró triunfante a Bayamo, capital de la actual provincia de Granma. Lo hizo, al frente de la caravana del Ejército Rebelde, que salió de la Sierra Maestra, rumbo a La Habana, para tomar el poder.

La caravana salió de Santiago de Cuba en la madrugada del segundo día de enero, por el camino viejo de El Cobre, toma la carretera central, y visita cada pueblo a su paso, hasta llegar a su destino el día 8, después de recorrer más de mil kilómetros.

Al paso por Jiguaní la población corre hacia la vía. En Santa Rita hay un cordón humano a ambos lados, para expresarle incondicional fidelidad.

Ese día, antes de emprender la partida desde Santiago de Cuba, Fidel indicó al entonces comandante José Quevedo Pérez – quien después de la batalla de El Jigüe en diciembre de 1958, y una vez rendido el batallón que comandaba, se sumó al Ejército Rebelde y cumplía misiones de entrevistarse con oficiales por él conocidos-, que se adelantara a la caravana y conversara, para lograr su rendición, con quienes estaban al frente del Puesto de Mando de Operaciones ubicado en Bayamo, donde quedaba la mayor guarnición del ejército batistiano  sin rendirse en la provincia de Oriente, con tres mil hombres.

Así lo hizo y logró que un grupo de ellos lo acompañara hasta el lugar llamado Cautillo Club, donde fueron recibidos por el Comandante Fidel Castro.

El jefe rebelde, en horas de la noche, desde una improvisada tribuna de cajas de madera, se dirigió a los soldados, clases y oficiales que lo aclamaban, muchos de los cuales ya habían sido prisioneros en la Sierra después de derrotados en combates, y reconocían haber recibido un tratamiento humano y digno.

En gesto de confianza, Fidel, hombre inigualable, les pidió a los allí reunidos que se incorporaran a la Caravana de la Victoria con algunos blindados y municiones, otro armamento especializado de mejores condiciones con el que contaban los barbudos. Ellos accedieron a unirse al Ejército Rebelde sin condiciones.

Aquel momento fue reseñado en una ocasión por Alberto Vázquez, el chofer del auto del máximo líder cubano, de la siguiente manera:

“Lo que sucedió en la granja de Cautillo me impresionó muchísimo, porque cuando terminó Fidel de hablarle a esa gente, los soldados comenzaron a soltar los fusiles y apilarlos como si fueran hornos de carbón. Y yo me decía: Caramba, esos mismos eran los que nos combatían solo unas horas antes. Es que Fidel les habló con la fuerza de los argumentos y de la verdad.”

A las 11 de la noche la caravana llegó a la ciudad de Bayamo, y en la sede del antiguo Ayuntamiento, edificio que hoy acoge al Gobierno municipal, el Comandante habló al público.

Recordó la epopeya de 25 miembros de su organización que el 26 de julio de 1953, asaltaron el otrora cuartel Carlos Manuel de Céspedes en esta ciudad, en operación simultánea al asalto al Cuartel Moncada, para evitar que el Ejército enviara refuerzos a Santiago de Cuba.

De acuerdo con una reseña escrita por el periodista Manuel Lauredo Román, de la emisora Radio Bayamo, antes del comandante Fidel Castro hablaron Luís Orlando Rodríguez, director de Radio Rebelde, el capitán Juan Nuiry, presidente de la FEU y el comandante Delio Gómez Ochoa; luego lo hizo el jefe rebelde, quien en enardecidas palabras exhortó a continuar la huelga general hasta que todo el régimen fuera derrotado, entre otros aspectos referidos a la tranquilidad y a no tomarse la justicia por su cuenta.

Fidel regresó a Granma en varias ocasiones a lo largo de estos años de construcción revolucionaria.

Como fiel seguidor de aquellos primeros patriotas bayameses que iniciaron en La Demajagua, como el mismo expresara, la única Revolución llevada a cabo en Cuba, les rindió homenaje el 10 de octubre de 1968, al cumplirse el centenario de ese primer grito de independencia.

En ese mismo escenario, proclamó entonces: “Por eso hoy nosotros, los revolucionarios de esta generación, nuestro pueblo revolucionario, puede sentir esa íntima y profunda satisfacción de estarles rindiendo a Céspedes, a los luchadores por nuestra independencia, el único tributo, el más honesto, el más sincero, el más profundo:  ¡el tributo de un pueblo que recogió los frutos de sus sacrificios, y al cabo de cien años les rinde este tributo de un pueblo unido, de un poder del pueblo, de un pueblo consciente, y de una revolución victoriosa dispuesta a seguir indoblegablemente, firmemente e invenciblemente la marcha hacia adelante!

El pueblo de Granma, lo recibe hoy nuevamente, para reafirmarle que continuamos dispuestos, como él y los combatientes que lo acompañaron en la lucha, en la caravana de la victoria, en su entrada triunfante a Bayamo, a mantener firme, invencible, indoblegable, la digna Revolución que nos otorgó.

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