
Manzanillo.- Entrega, tradición y oficio se juntan en las distintas áreas de trabajo de la unidad empresarial de base de calzado Onell Cañete Vázquez, de esta costera localidad de la oriental provincia cubana de Granma.
El ímpetu de los hombres y mujeres de la emblemática manufactura de la Ciudad del Golfo se impuso, cuando hace casi cinco años parecía inevitable el cierre por su ineficiencia.
La ingeniera Marjoris Blázquez Anache, directora general, asevera que el 2017 comenzó diferente porque disponen de la materia prima para los distintos surtidos que allí elaboran.
“Hasta marzo cumplimos las ventas con más de dos millones de pesos, además hubo utilidades y el valor agregado bruto cerró con buenos números.

“Para el cierre del año pretendemos 10 millones 140 mil 600 de pesos por la comercialización de 200 mil 400 pares de calzados.
“Los principales clientes son los ministerios de la Agricultura, Comercio Interior, las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el Ministerio del Interior”.
Blázquez Anache dice que diversifican producciones al elaborar sandalias, botas alternativas, forros para cuchillos y machetes, y carteras, que venden en la red de tiendas industriales de la ciudad; además prevén rescatar la fabricación de almohadas.
La empresaria manifiesta: “En todo ello es imprescindible el quehacer de los innovadores del centro para resarcir las roturas de una tecnología muy vieja y otra más actual, pero sin piezas de repuesto”.
En ese grupo Blázquez Anache destaca el desempeño de Hugo Andino, Joaquín Diéguez y Alfredo Pérez. Afirma que este año ejecutarán inversiones para mejorar el confort de las fábricas y continuará entre las prioridades el importe del salario, pero depende de más productividad.
Orgullo compartido

Adentrarse en cualquiera de las dos fábricas, que componen la unidad empresarial de base Calzados Onell Cañete, es comprobar el entrañable cariño de los hombres y mujeres hacia un oficio al que entregan cada día sus mejores empeños.
Hugo Andino Rojas, especialista en calzado y talabartería expresa: “Tenemos claro que para salir adelante necesitamos producir y hacerlo bien. Hay insatisfacciones con el salario, pero la gente “tira pa´lante”. No hay límite de hora para reparar las máquinas que se afectan”.
Iniciativas para garantizar el relevo no faltan. Bien lo sabe Ana María Gómez, cosedora integral y profesora: “Las jóvenes son aplicadas y aprenden rápido, avanzan en las tareas que se les orientan”.

“El trabajo me gusta. Ya sé coser y empastar los contrafuertes; es complejo, pero se aprende. Aspiro a laborar aquí”, comenta Laura Mota González , y con ella coincide Melisa Aguilar Moreno, dos de los más de 20 estudiantes en formación de ese oficio.
“Para el mes de julio declararemos de excelencia industrial a dos talleres. Hoy la responsabilidad y el sentido de pertenencia de los trabajadores crece y auguramos un buen futuro con la contribución de todos”, finaliza Blázquez Anache.
El reto está planteado. La eficiencia y eficacia económica dependen del empeño cotidiano del colectivo de obreros. Calzado Manzanillo mira al futuro, y busca su horma.
