Cruz es una de las víctimas de abusos sexuales cometidas por el sacerdote chileno Fernando Karadima, y ha señalado en reiteradas ocasiones la complicidad del obispo de Osorno (sur de Chile), Juan Barros.
Barros es el centro de la polémica, que escaló en enero durante la visita del sumo pontífica a Chile, después que la máxima autoridad del Vaticano saliera en su defensa, con repercusiones muy negativas aquí.
‘Monseñor Scicluna lloró conmigo cuando le contaba cosas. Sentí su compasión muy grande; creo que hay seriedad en su misión. Espero que los que van testificar en Chile sientan los mismo’, comentó Cruz, periodista afincando en Filadelfia.
Luego de las controversias desatadas por declaraciones del santo padre, parece evidente que el obispo de Roma decidió adoptar acciones más audaces y saltarse ciertas asesorías que le hicieron cometer errores.
Así, este lunes, Francisco aceptó la renuncia de un obispo nigeriano rechazado durante años por los sacerdotes de su diócesis de Ahiara.
Marcha atrás después que el papa había dado en junio un ultimátum a los sacerdotes de Ahiara, advirtiéndoles que podrían perder sus cargos si no acataban el dictamen de la santa sede para aceptar a Peter Okpaleke como su obispo.
Asimismo, Francisco nombró a monseñor Lucius Iwejuru Ugorji como administrador temporal de la diócesis.
De tal forma, destaca el golpe de autoridad del papa justo cuando se harán pesquisas en Chile para determinar la complicidad o inocencia del obispo Barros, nombrado por el Vaticano en 2015, año en que Juan Carlos Cruz envió una carta a Roma, que fue desestimada.
Scicluna llegará a Santiago de Chile para escuchar los testimonios de James Hamilton y Juan Andrés Murillo, otras de las víctimas de Karadima.
Tiene previsto también reunirse con los Laicos de Osorno, una organización que igualmente exige la renuncia de Barros.
En enero, el papa Francisco fue enérgico en sus condenas a los abusos de ministros de la Iglesia católica y pidió perdón a la ciudadanía, pero luego se complicó al defender al obispo Barros.
La elevada sensibilidad del tema obligó a Francisco a adoptar acciones para tratar de zanjar el caso y, al mismo tiempo, ofrecer a la comunidad internacional una señal clara de su compromiso para combatir el flagelo.