El 12 de marzo de 1969, marca un día trascendental para la música cubana, muere Ignacio Piñeiro, considerado uno de los más importantes exponentes del son cubano y sus variantes y fundador del Septeto Nacional.
Piñeiro nació en la Habana el 21 de mayo de 1888, su niñez transcurrió en el popular barrio de Pueblo Nuevo, donde realizó sus estudios primarios y comenzó su interés por la música al participar en coros infantiles.
En su juventud, desempeñó diversos oficios como el de albañil y vendedor de habanos, inmerso en el mundo musical de la Habana de aquellos años, formó parte de diferentes grupos populares como Los Roncos y Timbre de Oro.
En 1926 se integró como contrabajista al Sexteto Occidente de María Teresa Vera y la acompañó a Nueva York.
En 1928 el grupo se transformó en septeto, con la incorporación de la trompeta y a mediados de 1929, viajó a Sevilla a la Exposición Iberoamericana, permaneciendo en España por un período de tres meses realizando grabaciones y presentaciones diversas.
Entre sus composiciones más sobresalientes se encuentran: Échale salsita, Mayeya, no juegues con los santos, Don lengua, A la lae la la, Las cuatro palomas, Noche de conga…
Piñeiro abandonó el septeto en 1935 para retomar su dirección en 1954, junto con el acordeonista Eddy Gaytán, labor que continuó hasta su fallecimiento en La Habana el 12 de marzo de 1969.