Alegría de Pio: Primer revés de los expedicionarios del Granma

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Por Gislania Tamayo Cedeño | 4 diciembre, 2023 |
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El 5 de diciembre de 1956, los expedicionarios del “Granma”, a pocos días de su desembarco, guiados por Fidel Castro acamparon en un lugar conocido como Alegría de Pío, en el municipio de Niquero, para descansar después de atravesar los manglares de playa Las Coloradas.

Ernesto Guevara (Che) relata hechos vividos aquellos días en Pasajes de la Guerra Revolucionaria. Veníamos extenuados después de una caminata no tan larga como penosa. Habíamos desembarcado el 2 de diciembre en el lugar conocido por playa de Las Coloradas, perdiendo casi todo nuestro equipo y caminando durante interminables horas por ciénagas de agua de mar, con botas nuevas.

Esto había provocado ulceraciones en los pies de casi toda la tropa. Pero no era nuestro único enemigo el calzado o las afecciones fúngicas. Habíamos llegado a Cuba después de siete días de navegación a través del Golfo de México y el Mar Caribe, sin alimentos, con el barco en malas condiciones, casi todo el mundo mareado por falta de costumbre al vaivén del mar, después de salir el 25 de noviembre del puerto de Tuxpan, un día de norte, en que la navegación estaba prohibida. Todo esto había dejado sus huellas en la tropa integrada por bisoños que nunca habían entrado en combate.

… En la madrugada del día 5 eran pocos los que podían dar un paso más; la gente desmayada, caminaba pequeñas distancias para pedir descansos prolongados. Debido a ello, se ordenó un alto a la orilla de un cañaveral, en un bosquecito ralo, relativamente cercano al monte firme. La mayoría de nosotros durmió aquella mañana.

El lugar escogido para descansar no fue el mejor. Fueron sorprendidos por el ejército del gobierno de Fulgencio Batista, que había seguido sus huellas, por una delación de Laureano Noa Yang, hombre que los había guiado y conocía de su ubicación y rumbo.

Comenta el Che que al guía  se le había dejado en libertad al llegar al punto de descanso, cometiendo un error que repetiríamos algunas veces durante la lucha, hasta aprender que los elementos de la población civil cuyos antecedentes se desconocen deben ser vigilados siempre que se esté en zonas de peligro. No debimos permitirle irse a nuestro falso guía en aquellas circunstancias.

Encontrados los revolucionarios el ejército de Batista les tendió un cerco y sobre ellos cayo el fuego enemigo. Algunos expedicionarios perdieron la vida, entre ellos Humberto Lamothe, Oscar Rodríguez y Carlos Cabrera, otros fueron heridos, y algunos lograron huir del cañaveral y esconderse en los montes cercanos.

Los días que siguieron este hecho fueron sumamente dolorosos y trágicos. La tiranía los persiguió con saña, hizo prisioneros y asesino a diecisiete combatientes. Pagaban altas sumas de dinero por cualquier información sobre la tropa y la cabeza de Fidel Castro. Este día se conoce en la historia como “el sábado negro”.

El día 7 de diciembre, fueron asesinados en el lugar conocido como Pozo Empalado, los expedicionarios René Bedia Morales y Eduardo Reyes Canto, mientras que ese mismo día, en Boca del Toro, también corrieron igual final Miguel Cabañas Perojo, Noelio Capote Figueroa, Cándido González Morales, Antonio López Fernández, René O. Reiné García, Tomás David Royo Valdés, José R. Smith Comas y Raúl Suárez Martínez y Miguel Saavedra Pérez.

Al día siguiente, 8 de diciembre, fueron hechos prisioneros y asesinados, en Macagual: José R. Martínez Álvarez y Armando Mestre Martínez. Ademas fue víctima del crimen Félix Elmuza Agaisse, Santiago Liberato Hirzel González, Andrés Luján Vázquez y Luis Arcos Bergnes.

La tragedia vivida en Alegría de Pio no constituyo una derrota, sino que fue un camino de enseñanza a los combatientes del naciente ejército.

La solidaridad y el buen deseo de los campesinos de la zona representados por Guillermo García y Crescencio Pérez y el movimiento revolucionario 26 de julio con Frank País y Celia Sánchez, lograron rescatar y unir a los revolucionarios para continuar la lucha.

El Che expresó… Así fue nuestro bautismo de fuego, el 5 de diciembre de 1956, en las cercanías de Niquero. Así se inició la forja de lo que sería el Ejército Rebelde, que tenía como objetivo llegar a la Sierra Maestra.

 

 

 

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