
Los agricultores enfrentan un complejo entorno económico y medio ambiental, donde las altas temperaturas, degradación de los suelos y otros desequilibrios menguan considerablemente los rendimientos en cultivos, cosechas y producciones agropecuarias.
Desde que inició junio, uno de los meses más lluviosos del año, se ha caracterizado por las intensas precipitaciones, las que son beneficiosas, tras la intensa sequía de la última etapa, pero ahora exige evitar las pérdidas en las plantaciones, de otros bienes materiales y humanos.
Se recomienda a los productores tomar las medidas para proteger sus siembras cuando existen dos tipos de efectos negativos de las lluvias en los cultivos: la anegación (encharcamiento) del terreno y los daños físicos a las plantas.
Asimismo, las precipitaciones abundantes liquidan no solamente los cultivos, sino también ocasionan el incremento de plagas y la propagación de enfermedades transmisibles.
Antes y después de las lluvias en el caso de las hortalizas, debes hacer la recolección temprana de las cosechas, limpiar las canaletas o vías de desagüe, el uso adecuado de agroproductos y sembrar en hileras, lo que disminuirá la velocidad de las corrientes de agua.
Los daños físicos se presentan principalmente en plantaciones a cielo abierto, estos se previenen a través de diversas técnicas especiales de cultivación, utilización de cobertores y mallas, entre otros materiales a su alcance.