La imagen de una personalidad, máxime si se trata de una figura pública, se forma a través del prisma diverso de quienes la conocieron o admiraron. A veces hay leyendas; otras, visiones contrapuestas. Por eso es preciso prestar atención a los puntos coincidentes de los relatos, a los hechos y vivencias tras los que se sustentan las opiniones.

Ahí radicó una de las virtudes centrales del panel Alfredo Guevara, cien años, una de las primeras actividades de la edición 46 del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano: en regalar una visión plural, y esencial, del ser humano.

Exigente, maestro, obstinado, polemista; más que un hombre de cine, un intelectual todoterreno, y un convencido de la importancia de la Revolución… todo ello se escuchó en el salón Vedado, del Hotel Nacional, en la mañana del viernes.

Moderado por el director de la Cinemateca de Cuba, Luciano Castillo, el panel aunó cinco voces. Al inicio, la cineasta Rebeca Chávez recordó los primeros años del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos, y cómo Alfredo nucleó un asombroso grupo de creadores en una institución que nacía no solo con la Revolución, sino, esencialmente, para ella.

Destacó, asimismo, la manera en que se transformaron los públicos, y la diversidad de corrientes cinematográficas que nutrieron la mirada estética de los artistas que entonces se formaban. «Él tenía dominio de lo que hacía y siempre defendió sus conceptos y principios».

La documentalista Lourdes de los Santos, presidenta de la Asociación de Radio, Cine y Televisión, de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), subrayó la vocación de mentor de Alfredo –«era un docente sin proponérselo»– y la cohesión que lograba en los equipos de trabajo.

También se refirió a sus muchos empeños más allá del séptimo arte, y ejemplificó con su papel en la creación del Museo Biblioteca Servando Cabrera Moreno; así como con el apoyo al Ballet Nacional de Cuba y su «amistad blindada» con Alicia Alonso.

Rubén Ricardo Infante, director de Prensa del Festival, afirmó que con este evento Alfredo se propuso expandir desde La Habana un movimiento a favor del cine latinoamericano; traer a nuestros cines obras de la región y de otras latitudes; y establecerlo como un espacio de aprendizaje, formación e intercambio.

«No solo logró expresar ideas, sino también concretarlas. Fue de los primeros que comenzó a hablar en el país de internet y redes sociales. Estuvo muy preocupado porque el Festival llegara a los jóvenes. La suya fue una constante voluntad de fundar, de que el cine se convirtiera en un espacio para generar otros debates», añadió.

La necesidad de contar con un sistema de la crítica, y de que esta trascendiera las obras puntuales para ir a los procesos creativos, fue una reflexión de Alfredo que compartió Yuris Nórido, vicepresidente de la Uneac: «A los estudiantes nos dijo que había que criticar desde el argumento, y que el periodista debía partir de una clara vocación crítica para su ejercicio cotidiano. Tienen que proponer, discutir, confrontar si fuese necesario, nos aseguró».

Para Luis Morlote, funcionario del Comité Central y director de la revista Cuba Socialista, Alfredo Guevara tiene «esa cualidad muy fidelista de hablar en presente», sus textos parecen escritos para el hoy.

En la ocasión, recordó su relación con él desde la posición de presidente de la Asociación Hermanos Saíz: «Era una persona muy crítica y, a la vez, profundamente convencida de la esperanza. Insistía en que el socialismo tenía que ser bello, y acercaba la Revolución al ser humano».

Dentro del programa de esta edición del Festival, otras actividades homenajearán el centenario; entre ellas, la presentación del libro Mi pasión más allá del cine: Alfredo Guevara en la revista Cine cubano; así como una exposición de los carteles de su selección de diez filmes ineludibles.