El alzamiento de Cienfuegos: coraje y patriotismo

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Por Gislania Tamayo Cedeño | 6 septiembre, 2025 |
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El auge del movimiento revolucionario armado tanto en la Sierra Maestra como en el Llano, influyeron sobre los sectores honestos de las fuerzas armadas, especialmente en la Marina de Guerra, cuyos miembros comenzaron a conspirar contra el régimen en la ciudad central de Cienfuegos.

El Movimiento 26 de Julio (M-26-7) en la ciudad de Cienfuegos había planeado una acción local en 1957: el ataque a “Cayo Loco”, sede del Distrito Naval, a fin de capturar armas para con ellas abrir un frente guerrillero,  acción en la que estaba Julio Camacho Aguilera.

En estas condiciones los dirigentes del M-26-7 se reunieron con los jefes de la conspiración militar y acordaron un plan conjunto para la sublevación armada que comprendería varias unidades navales en La Habana, Mariel, Cienfuegos, Santiago de Cuba y otras ciudades; unido a ello, se haría un llamamiento al pueblo con el objetivo de iniciar una huelga general.

La fecha escogida fue el 5 de septiembre y la señal acordada para comenzar el levantamiento fue un disparo de cañón que haría a las 7:00 de la mañana una fragata de la Marina, anclada en la bahía habanera.

No todo transcurrió como se pensaba porque los conspiradores habaneros decidieron aplazar las acciones y el M-26-7 no fue informado. Así llegó el día acordado y solo en Cienfuegos las fuerzas comprometidas se lanzaron al combate.

Al amanecer, los oficiales revolucionarios de la Marina y los comandos del M-26-7 penetraron en el Distrito Naval, detuvieron a los partidarios de la tiranía y ocuparon todas las instalaciones.

El teniente de la Marina de Guerra, José Dionisio San Román arengó a los marineros dando vivas a la Revolución y a Fidel.

Alrededor de las 6.30 de la mañana comenzó el ataque. La Policía Marítima se rindió y la Estación de la Policía Nacional aunque ofreció resistencia también fue vencida.

Dos horas más tarde, las masas populares junto a los sublevados que concentraron sus fuerzas en la Estación de la Policía, el Distrito Naval y el Colegio de San Lorenzo eran dueños de la ciudad, hecho en el que pierde la vida Gregorio Morgan, considerado el primer mártir del alzamiento.

El ataque sistemático de la aviación, causante de numerosas bajas humanas, determinó que la dirección del M-26-7 propusiera la salida de todos los combatientes rumbo a la zona montañosa del Escambray, donde se podría continuar la lucha en condiciones favorables.

En la mañana del seis de septiembre había sido eliminada toda resistencia. A partir de ese momento comenzó una feroz acción del régimen, con innumerables asesinatos y torturas a los revolucionarios que habían participado en aquella acción.

El jefe militar de los rebeldes Dionisio San Román fue detenido, torturado, asesinado y su cadáver arrojado al mar, pero no lograron arrancarle confesión alguna. Junto a él también es víctima y exterminado Alejandro González Brito.

Continúan produciéndose numerosas bajas y son abatidos Armando Rosquete Díaz, José Gregorio Martínez y Pastor Sust. Además son apresados otro grupo de combatientes y asesinados muchos otros.

Después de las primeras ejecuciones y de los arrestos masivos a todos los sospechosos de haber tenido vínculo con las acciones revolucionarias, los sicarios concentraron la persecución contra los “cabecillas” que habían dirigido el levantamiento armado contra la tiranía.

Este acontecimiento aunque fracasó, significó por su carácter una demostración de que las masas populares estaban hastiadas del régimen opresor que ponía sus botas sobre Cuba, y cuando su vanguardia del M-26-7 le ofreció la oportunidad de luchar por un destino mejor, supo tomar las armas para ir escalando peldaños hasta llegar al Primero de enero de 1959.

Transcurrido un mes del levantamiento, en la fosa común donde fueron enterrados los combatientes revolucionarios caídos en el levantamiento fue depositada una ofrenda de flores blancas, símbolo de respeto a los muertos.

Al cumplirse veinte años de aquella acción Fidel manifestó: “Desde muy temprano, el pueblo de Cienfuegos se sumó a la sublevación. Primero fueron unos 60 o 70 combatientes del Movimiento 26 de Julio, y después fue todo el pueblo: hombres, mujeres y hasta adolescentes se aparecieron allí pidiendo armas para luchar contra la tiranía. Y, efectivamente, las armas se repartieron entre el pueblo”.

 

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