Amador Guerra Monzón: Un verdadero ejemplo de patriota

Hace 130 años de su caída en combate, una sangre mambisa, intrépida y heroica
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Por Aldo Daniel Naranjo (Historiador) | 1 julio, 2025 |
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En la tarde del 30 de junio de 1895 llegó al mayor general Bartolomé Masó Márquez la triste noticia de que el coronel Amador Guerra Monzón, jefe del Regimiento de Caballería de Guá, había recibió un herida grave en un combate librado en Cayo Redondo, cercano al pueblo de Yara.

Esa mañana el bravo combatiente yarense había atacado en el citado lugar a la guerrilla de Manzanillo, compuesta de 70 infantes y 10 jinetes, al mando del capitán Pedro Boeras. En la acción le causó diecinueve muertos, once heridos e hizo diecinueve prisioneros. El resto del enemigo abandonó el área de la pendencia, con destino a Manzanillo.

Pero en la última fase de la pelea, cuando conminaba a la rendición a una docena que estaban en un maniguazo próximo, recibió un balazo en el vientre. Fue evacuado de inmediato para el campamento de Sierra de Nagua y puesto en las manos del joven médico José Nicolás Ferrer y Mena, quien procedió a operarlo y vendarlo.

El general Masó rápidamente se trasladó al punto donde curaban a su valioso subordinado. En su agonía, Amador pidió que los prisioneros de Cayo Redondo fueran puestos en libertad. A pesar de los esfuerzos curativos, falleció en horas de la madrugada, es decir, el 1 de julio, hace 130 años.

Un inmenso dolor embargó a la tropa, especialmente al general Masó, quien le tributaba el cariño de un padre. La  despedida de duelo corrió a su cargo, donde reconoció las virtudes del ilustre luchador independencia, muerto cuando estaba dando a la patria sus mayores frutos libertarios.

Las fuerzas fueron reunidas y Masó, como jefe del Segundo Cuerpo de Ejército, designó como su jefatura al teniente coronel José Alonso Rivero.

Dada la última voluntad del bravo y justo jefe, muerto a los cuarenta y tres años de edad, el general Masó liberó a los presos, los que llegaron a Manzanillo en la mañana del 4 de julio.

LA CAÍDA DE UNO DE LOS GRANDES

Una vez confirmada la noticia de la muerte del coronel insurrecto Amador Guerra, los periódicos españoles divulgaron el hecho como una victoria suya, toda vez que según trascendidos no solamente había muerto él sino otros 60 alzados, incluyendo a los tenientes Rafael Borrero, Tamayo y Ferrero.

Incluso circularon que un soldado murciano, Emilio Gil, de 22 años, logró cortarle la cabeza con un machete al líder Amador Guerra, capitán de una numerosa partida.

Pero pronto la propaganda revolucionaria esclarecía los sucesos y presentaba fidedignos informes a los periódicos en La Habana y los Estados Unidos. Por eso, las noticias que circulaba en las agencias de noticias de Estados Unidos e Inglaterra en los primeros días de aquel mes de julio señalaban:

“Londres, 6. Los periódicos ingleses publican despachos de Nueva York confirmando los telegramas que anticipo anoche esta agencia acerca de la victoria obtenida por los voluntarios sobre una partida insurrecta de caballería en la parte oriental de Cuba, muriendo en la refriega Amador Guerra y otros tres cabecillas más”.

Y ampliando la información escribían: “Los despachos atribuyen mucha importancia al hecho, diciendo que Amador Guerra mandaba la caballería insurrecta y uno de los jefes de más prestigio en el campo separatista… Era este uno de los jefes separatistas que más ha dado que hacer desde que estalló la insurrección”.

EL ILUSTRE HIJO DE YARA

Desde los inicios del siglo XIX, los yarenses formaron en las filas de los cubanos que emprendieron la lucha sin cuartel contra la dominación colonial y la esclavitud en Cuba. Advirtieron, certeramente, que a través de la lucha armada podía alcanzarse la independencia nacional.

En Yara, uno de los partidos pedáneos de Manzanillo, se celebraron importantes reuniones conspirativas, unas veces presididas por Carlos Manuel de Céspedes y otras por Francisco Vidente Aguilera, aglutinando hombres para la libertad.

Fue en Yara donde nació en un día no precisado de 1853, Amador Guerra Monzón, sin que tampoco se conozcan los nombres de sus padres.

Se ha podido saber que Amador pertenecía a una de las familias que no ocultaban sus sentimientos patrióticos y que desde pequeño aprendió a reverenciar el nombre de la patria, a honrarla y a estar presto a toda clase de sacrificios por su defensa.

El estallido de la Guerra del 68 lo sorprendió cuando apenas tenía 15 años de edad, pero no titubeó en integrar la legión heroica de yarenses que secundaron el grito de Carlos Manuel Céspedes y Bartolomé Masó en el ingenio azucarero La Demajagua, el 10 de octubre de 1868.

De su participación en la Guerra Grande existe unos pocos datos. Por su valor en la década gloriosa alcanzó el grado de teniente del Ejército Libertador.

Acerca de su papel en el triste final de Guerra Grande, el luchador Miguel Guerrero Varona precisaba: “Fue de los inconformes de la paz del Zanjón que se nuclearon alrededor del gran caudillo de los manzanilleros y hombre de La Demajagua, Bartolomé Masó…”

Para atender a su familia Amador tuvo que ocultar sus penas y entregarse al trabajo. Su vida, cargada de peripecias, añoraba la independencia absoluta.

Por tanto, fue uno de los entusiastas conspiradores de 1890, secundado los planes insurreccionales del general Antonio Maceo. Para evitar el conato el capitán general Camilo de Polavieja detuvo al brigadier bayamés Pedro Martínez Freyre y expulsó de la isla a Antonio Maceo.

De acuerdo a las fuentes consultadas los otros expulsados fueron el general Flor Crombet y Amador Guerra. De esta manera tuvo que salir hacia Jamaica.

Un año después, a su regreso a Cuba, pasó a trabajar en el central azucarero El Salvador, en la zona de Calicito, en el tiro de la caña de los colonos, lo que le permitía estar en estrechas relaciones con el general Masó. Así, pudieron conspirar nuevamente sin despertar las sospechas de las autoridades coloniales.

El 25 de junio de 1894, Martí escribía a Máximo Gómez, desde Kingston, Jamaica, donde acaba de conversar con Bartolomé Masó Martí (Bartolito) y otros manzanilleros: “Amador Guerra es por allí ahora hombre de mucha pujanza, y de tanto influjo…”

UN HOMBRE CLAVE EN LA GUERRA NECESARIA

Los hechos de Amador Guerra en la conspiración previa a 1895 y los primeros seis meses de la epopeya liberadora, lo definen como un patriota íntegro y activo, laborando en todo momento junto al general Masó. En varios momentos viajó a Santiago de Cuba como comisionado ante el general José Guillermo Moncada y otros conjurados.

Desde el 22 de febrero de 1895, en que llegó el telegrama de Juan Gualberto Gómez a Manzanillo para provocar el alzamiento, salió para la manigua redentora a preparar el estallido revolucionario.

Desde su finca La Jagüita Bartolomé Masó le dio la misión de sublevar a todos los complotados en los ingenios Tranquilidad y El Salvador. DE esta decisión Masó escribió en su diario: “Celebré un consejillo con los compañeros  y resolví que Amador Guerra y con él Enrique Céspedes el 24 desde Calicito recorrieran aquellos ingenios, recogiendo bajo el grito de ¡independencia! todas las armas y municiones que hubieran”.

Al llamado de Masó, protagonizó el alzamiento en Calicito, donde sumó hombres a la contienda y requisó armas y municiones.

Esa misma mañana, acompañado de Enrique Céspedes al mando de 80 efectivos, atacó a un destacamento de la guardia civil en el fuerte de Cayo Espino, al sureste de Manzanillo. El factor sorpresa posibilitó la dispersión del enemigo y con ello la consumación de la victoria.

Desde entonces no dejó de pelear ni un solo día por la independencia de su patria. Formó el Regimiento de Caballería Guá, integrado por unos 150 efectivos. A su nombre estuvieron asociados los diversos combates que se libraron entre Yara y Niquero.

El 27 de febrero atacó la guarnición enemiga de Campechuela y la rindió; poco después, en la retirada emboscaron una guerrilla que los perseguía en el potrero  de Yuraguana.

El 24 de marzo, en la mañana, volvió a penetrar en el poblado de Campechuela, donde obtuvo provisiones; en la retirada, a las 4:00 de la tarde,  contendió contra el batallón de Isabel la Católica, mandada por el teniente coronel Araoz en Yuraguana, Alto de la Ceiba y Cayo Camacho. Unos días después, asesinaba  al enemigo apostado en el  ingenio San Ramón.

Asimismo, el 6 abril defendió el campamento insurrecto de El Chino de la invasión de una columna española y el 16 atacó el fuerte del ingenio azucarero Tranquilidad. Días después asaltó la guarnición española de Vicana.

El 18 de mayo, llegó a Dos Ríos acompañado a Bartolomé Masó al encuentro con José Martí. Al otro día, a la vanguardia de las fuerzas patrióticas, peleó en Dos Ríos a las órdenes de Máximo Gómez. Vivió el momento difícil de la caída en combate de Martí, un recuerdo imborrable en la mente de los combatientes.

El 20 de mayo, en la tarde, libró el combate de Las Muchachas, en la zona de Campachuela. A esta acción siguieron las de La Bermeja, La Gloria y Las Cruces. Por cierto, a fines de este mes los españoles informaban de su muerte en una refriega, sin embargo, no había sufrido ni un rasguño.

Aunque faltan otras muchas acciones militares por incluirse en su expediente guerrero, bastan las apuntadas par significar la valía del joven jefe oriental, azote de las guarniciones hispanas en la comarca del Guacanayabo.

Por sus méritos políticos y militares y los ruidosos éxitos en la comarca del Golfo del Guacanayabo, recibía constates felicitaciones del mayor general Bartolomé Masó, quien le ascendió desde comandante a coronel del Ejército Libertador.

Sin lugar a dudas, Amador Guerra era un soldado de la libertad aguerrido, intrépido, disciplinado y leal a la causa, como un verdadero ejemplo de patriota.

FUENTES: Nicolás Heredia Mota: Crónicas de la guerra de Cuba (1895-1896); Miguel Varona Guerrero: La guerra de independencia de Cuba 1895-1898 (1946); Gerardo Castellanos: Panorama histórico: ensayo de cronología cubana 1492-1933 (1960); José Martí: Obras Completas (1975).

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