“Ángeles” desesperados

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Por Luis Carlos Frómeta Agüero | 6 octubre, 2020 |
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Caricatura Martirena

-Aché pá ti, hermana-dijo un vecino al pasar.

-Lo propio- respondió ella moviendo los collares multicolores- Aquí, marcando para ver si sacan aceite, pollo, arroz, galletas… yo compro hasta la flauta de Richard Egües, lo que sea-precisó Dora, una mulata cincuentona, diestra en conseguir cuanta mercancía sale al mercado.

Este emblemático personaje, bautizado como Bolsa negra, por la oscuridad de su negocio, tiene el control de cuanto se mueve en el barrio, nadie sabe cómo se las arregla para ser la primera en cualquier venta o rebaja de precios.

Suele verse en las cercanías de los mercados, con su mochila repleta de ofertas, una riñonera que funciona como caja recaudadora de dinero, pamela roja de alas pronunciadas, gafas oscuras y un gajito de Abre caminos en la oreja izquierda, para “espantar lo malo”.

Y como alguien dijo que las ventas dependen de la actitud del vendedor…también predomina en ella el síndrome de “lucha”, como estatus ilegítimo del mercado por cuenta propia, en el que compra y reventa se rigen por el mismo principio:

-¡Arriba!, tableticas de aceite de hígado de bacalao, mentolito chino, espejuelos con todas las graduaciones, zapatillas y pitusas de marca…-pregona repetidamente casi al oído del transeúnte.

Dora se siente importante con el éxito de su negocio, forma parte del paisaje urbano, opera en cualquier tipo de moneda, nunca cierra por balance y ante el déficit de artículos de aseo o alimentarios, duplica el valor de los productos sin tantas pretensiones.

Tiene la habilidad de escapar con frecuencia a los operativos de control, unos dicen que se debe a la potencia de su ángel protector, otros agregan que si la dejan hablar no la matan, debido a la facilidad envidiable para salir adelante, aunque todo tiene un límite en la vida.

Cuentan que en cierta ocasión las autoridades de control la detuvieron en una feria sabatina.¡Acaparamiento!, comentaron muchos y entre el curioso abejeo de los presentes, se escuchó la voz ronca de Dora:

-Esos 20 paquetes de espaguetis, los 40 de salchichas, los diez de pollos y los cinco litros de aceite, son para la casa, es que mi familia es numerosa. ¡No es mi culpa! ¿Comprende?-dijo serenamente, al estilo del mejor actor de Hollywood.

-¿Y las veinte colchitas para trapear?,¿también son para los muchísimos?-Precisó con ironía el imponente

-¡No, hombre, no!, las frazaditas para el piso, es una donación que llevo para la escuela de mis nietos-dijo, con una marcada inocencia en su rostro.

-Sí, sí… comprendo-respondió el inspector sacando el talonario de multas.

Desde un balcón cercano, otro personaje con características similares, al testificar el hecho, cerró la puerta, se arrodilló ante el altar y suplicó:

-¡Misericordia, señor!, protégeme contra quienes no nos dejan vivir en paz.

Encendió el residuo de un tabaco, bañó de humo y ron el lugar donde protegía a sus guerreros y se dispuso a alimentarlos cuando un

toque a la puerta y una voz desconocida le movieron el equilibrio corporal:

-Policia…

Y comentan los del barrio que ese día por poco se traga el tabaco.

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  1. Saludos periodista, muy interesante que se acerque a una realidad que nada tiene que ver con la Covid sino que se ha agravado sobre todo en términos de precios, pero esa figura muy bien descripta por usted es la cotidianidad de nuestras calles, de los mercados, de las tiendas de materiales de la construcción, en fin en todos los espacios, hace un tiempo oí decir a una bayamesa ante un grupo de personas con maletines, de esos que llamamos gusanos, repletos de galñletas, embutidos, en fin de todos los productos que se comercializan a lo largo de la ciudad, ahí vienen los extranjeros que nos hacen la vida más difícil; las ferias, ese espacio, que en lo personal no comparto, p, es un lugar ideal para los revendedores, hay calles en Bayamo que son mercados típicos de reventa hace años, ud. quiere fcualquier artículo de plomería, herrajes de construcción, artículos eléctricos, vaya a las ferreterías particulares, siempre tienen más que cualquier ferretería estatal, lo que más me llama la atención es que ningunop de estos espacios han salido en estos tiempos de COVID en los noticieros y muchos granmenses nos hemos preguntado y por qué los de Granma no salen; las tiendas de materiales de construcción, incluso la dedicada a los subsidios tiene más vendedores afuera que artículos en la tienda y en las otras, la del bosque y la de Aeropuerto viejo igual, allí hace años hay personas que lo compran todo. Eso es lo que ha llevado a que esa figura se haya arraigado en nuestras ciudades, porque es más fácil revender a tres y hasta diez veces el valor que trabajar