El tres de agosto de 1895, hace exactamente 129 años, en la Cueva de Sao Corona, cerca de la Hacienda de Birán, en Holguín reapareció por segunda ocasión la publicación de El Cubano Libre, dirigido por el patriota Mariano Corona Ferrer con la colaboración de José María Heredia, Federico Pérez Carbó, José Miró Argenter y el doctor Joaquín Castillo Duany.
En esta etapa se publicaron cerca de 100 ediciones que salían los sábados, y se distribuía entre las fuerzas mambisas y se enviaba además a los emigrados en los Estados Unidos.
Maceo calificó a El Cubano Libre, en su segunda etapa como una pieza de artillería ya que consideraba de alta valía los medios de comunicación para la causa independentista porque reflejaban como iba la marcha de la contienda.
En otra ocasión lo consideró como un cuerpo de ejército compuesto por 12 columnas, equivalente para él a un refuerzo de 500 hombres, que se batía diariamente por la causa de Cuba.
Su audacia lo llevó a establecer principios de orden y funcionamiento de estricto cumplimiento para que el periódico no se convirtiera en un órgano de prensa que fuera a divulgar opiniones contrarias a la unidad y la causa de la independencia, ni de interés personal.
Y agregó…“quiero que mantenga el principio de libertad en unos y lo fomente en otros, que hable de la cuestión social y económica, de la situación política de Cuba y España, de la esclavitud y sus conservadores, y de las preocupaciones sociales entronizadas para gobernar la Colonia y hacer de ella mezquinas divisiones”.
“El Cubano Libre se fundó nuevamente debido a mis esfuerzos, sin que ni a mí ni a nadie le guiara idea de predominio ni de imposición […] En él escriben los que quieren y pueden hacerlo, sin que jamás haya impuesto mi criterio político a ninguno de sus redactores. Me estimo mucho para exponerme al reproche de los escritores que en ese semanario colaboran”, sentenció Maceo.
El periódico funcionó durante toda la Guerra necesaria. Años más tarde vuelve a ver la luz en una tercera edición en la Sierra Maestra guiado por las manos de Ernesto Guevara de la Serna, otra vez reflejando la última contienda liberadora de Cuba.