Aracelio Iglesias Díaz, el legendario dirigente de los obreros portuarios y figura emblemática del movimiento sindical cubano; a sus 47, esbirros al servicio del gobierno de Carlos Prío Socarrás le apagaron la vida, hace 77 años.
Al declararse la huelga de 1933 contra la tiranía machadista, Aracelio fue uno de sus organizadores en el sector portuario y, luego, tras la caída del dictador se dedica a ampliar las filas del partido en los muelles.
En 1938 asume el cargo de financiero del Sindicato de Estibadores y Jornaleros del Puerto de La Habana.
Un año después es electo Secretario General. Fue miembro del comité ejecutivo de la Central de trabajadores de Cuba (CTC).
En 1940 sus compañeros lo eligen para ocupar el más alto cargo del sindicato en el puerto porque para ellos representaba “el alma obrera del puerto”. Reconocen en él a un hombre que resalta por su facilidad para hablar, discutir, y de convencer con argumentos sólidos siempre con la verdad.
En 1946 ocupó la secretaría de la Federación Obrera Marítima Local del Puerto de La Habana. Con su infatigable lucha al frente del sindicato y el apoyo de sus compañeros, arrancó a los patronos importantes conquistas para los trabajadores, entre ellas el establecimiento de las listas rotativas, aumento de salarios y el descanso retribuido.
Fue entonces catalogado por la prensa yanqui, como el Zar Rojo del Puerto de La Habana. Por ello, con órdenes directas desde los Estados Unidos, el gobierno de Carlos Prío Socarrás ordena su asesinato y cae abatido por balas asesinas, el 17 de octubre de 1948 en la sede del Sindicato de Obreros Portuarios cuando un grupo de pistoleros arribó de forma violenta y abrió fuego contra él, en cuya espalda se alojaron cuatro proyectiles. Trasladado de inmediato al hospital falleció.
Había nacido el 22 de junio de 1901, en el seno de una humilde familia, en la provincia de Pinar del Río. A los 15 años se inició como bracero en los muelles San José, en la bahía habanera que coincidió con una enconada lucha por el cumplimiento de demandas laborales.
Sus cualidades personales de orador y hábil polemista, sumado a su indiscutible valor para defender la causa de los humildes, marcarían al líder sindical.