Hay quienes todavía no le perdonan el lugar 34 que ocupó en la ruta femenina de los Juegos olímpicos Tokio 2021, incluso, quienes consideran que aún se debe un gran resultado.

Sin embargo, Arlenis Sierra Cañadilla ha llegado adonde antes ninguna otra cubana ha podido, como el quinto puesto en la carrera élite del último Campeonato mundial, en Flanders (Bélgica), cuando arañó la medalla de bronce y quedó a un solo segundo de la vencedora, entre más de 160 concursantes.

Precisamente, por esa región belga la manzanillera volvió a lucir sus dotes de rutera con el Movistar Team Women. Mejor no ha podido ser el estreno con su nuevo club, incluyendo par de ubicaciones en el Top ten.

Lo más reciente trascendió, el domingo último, con el cuarto escaño en la Ronde van Vlaanderen, resultado que le reportó 220 puntos para el ranking del Tour mundial y la felicitación de la holandesa Annemiek Van Vleuten, a la postre segunda en la clasificación.

La encumbrada pedalista reconoció el destacado papel de su nueva coequipera, totalmente distinto al que asumía antes con el A.R Monex, en el cual sobresalía como su primera figura.

Ahora, la principal misión de Arlenis será contribuir a la mejor ubicación posible de Vleuten en cuanta carrera participe, una labor de sacrificio que para muchos pasa desapercibida.

Aun así, se muestra feliz; además de lo que significa intercambiar y aprender de esa fenomenal atleta y de otras, como la danesa Emma Norsgaard, también en la élite femenina del ciclismo de ruta.

Por cierto, este domingo y junto a Annemiek y Emma, animará la Amstel Gold Race, con la noruega Katrine Aalerud, la francesa Aude Biannic y la colombiana Paula Patiño completando la fórmula del Movistar para los 124 kilómetros de recorrido.

Desde hace algún tiempo, Sierra se codea con lo más excelso de su especialidad en el mundo: ciclistas de tremendo nivel, contra las que gana y pierde en los certámenes más exigentes del circuito internacional. Su progresión es indudable, hasta encontrar un espacio en la élite.

Pero, cuando viste la camiseta de su país, lo disfruta al máximo, aunque -una y otra vez- se vea obligada a recorrer cientos de kilómetros en solitario y sin la ayuda de alguna compañera.