
¿Quién no se ha sentido cubano entonando la Guantanamera o luciendo un sombrero de yarey? Los ritmos característicos de la música campesina, los bailes tradicionales, la guayabera que se distingue en cualquier lugar, son parte de la identidad del cubano.
Nos caracteriza, además, un peculiar desenfado, el ron, el famoso tabaco y las magníficas playas. Entre varias figuras características, destaca en los lomeríos cubanos, el arriero, una persona imprescindible para trasladar mercancías y mensajes hasta lo más intrincado de las montañas.
Según los especialistas en el tema, la palabra arriero procede de la expresión “arre”, que es la voz popular que se utiliza para hacer andar a las mulas de carga. Este oficio es expresión y evidencia de las tradiciones familiares, sus preferencias, intereses, necesidades y aspiraciones.
El campesino vela siempre por cumplir sus recorridos y transportar las mercancías que cargan de una manera confiable y segura sobre los lomos de mulos, dada la fortaleza de estos animales.
La actividad arrieril es característica de la cultura popular y tradicional, es genuina, auténtica y específica de la cultura netamente campesina, sus técnicas y saberes se recrean de generación en generación, trasmitiéndose fundamentalmente de padre a hijo por métodos orales y de observación.
Yoel González Peña, presidente de la Asociación de Arrieros, en el serrano municipio de Buey Arriba, expresó que su labor es un arte y es característica de todos los arrieros desbordar un gusto por esta práctica.
“El trabajo del arriero es de gustar y querer, hay muchos que son motivados por la familia y otros por un amigo, aunque, en general es un quehacer hereditario”.
La vestimenta del arriero es típica, se observa con camisa mangas largas, pantalón de fuerte membrana, cinturón de cuero, botas de tipo mexicanas, polainas y espuelas, argumentó, González Peña mientras se describía.
José Adrián Ruiz Mojena, joven arriero de 26 años, recuerda cómo su padre le motivó por este trabajo.
“Desde que tenía 10 años empecé a motivarme. Mi papá tenía mulos. Cuando terminé el servicio militar comencé a comprar mis propios animales y hoy tengo cinco mulos: cuatro de aparejos y uno de monta.
“Estos animales tienen mucha importancia ya que son los que transportan toda la mercancía, ya sea desde la ciudad hacia las montañas y viceversa. Todos las informaciones que circulan por esas lomas, donde no llega la telefonía móvil, los lleva el arriero y se convierte, también, en comunicador”.
Encuentros
Difundir el patrimonio inmaterial del Plan Turquino es el objetivo de las citas que realizan los campesinos que desarrollan la labor arrieril, cada año, mediante el Encuentro de arrieros y fabulaciones serranas.

Entre los principales atractivos están las competencias que reflejan las tradiciones campesinas y el bregar diario de los montunos. La carga y descarga de productos, las corridas de cinta y el desmoche de palmas, son algunas de las actividades que resultan premiadas en el evento.
Adriennis Álvarez Mojena, directora del museo municipal, expresó la importancia de la demostración de habilidades, pues se evidencia la guía de los de mayor experiencia hacia los más jóvenes.
“Ese arriero que tiene el conocimiento asesora a los de menos experiencia para que realicen de mejor manera cada una de las acciones a la hora de montar y desmontar la carga, de amarrar, poner el cencerro entre otras”.
El amanecer a lo San Juan no puede faltar como parte de las tradiciones de los arrieros, según Álvarez Mojena, consiste en bañarse en el río antes de la salida del sol, con los pies en dirección contraria a la corriente, para que esa agua se lleve las malas vibras.
Un espacio para el arte
Los arrieros dejan un espacio a la literatura y las artes. La noche de los aparecidos es una de las actividades más esperadas cada año, donde se cuentan anécdotas y fábulas de sus periplos por las lomas.
Esas historias espeluznantes que se conocen, no solo en el Oriente del país, sino en todo el archipiélago fueron relatadas en el encuentro, como la historia de la mula sin cabeza.
Compartir las experiencias vividas por los arrieros desde las montañas es el objetivo del espacio, vivencias como el cruce de ríos crecidos, el modo de controlar a un mulo descarriado, y las noches bajo grandes aguaceros.
La noche de los aparecidos forma parte del patrimonio intangible con fabulaciones, mitos y leyendas relacionadas con la espiritualidad; es un proceso de creación que promueve el potencial de cada participante.
La creación de décimas y la exposición de investigaciones sobre temas de interés como el impacto social de festividades típicas y la importancia de la historia local, es también un espacio de intercambio y aporte para los arrieros.
Por los peligrosos senderos montañosos se puede escuchar el sonido de los cencerros, cinco o siete mulos junto a su arriero, bordean precipicios fatigados por el sol y a veces bajo la lluvia, forjan un oficio imprescindible que se mantiene como aporte significativo a la cultura cubana.