
Temprano en la mañana me llegó la noticia. Yordalis Martínez Virella, la esposa de Víctor Núñez Vargas, actual representante de la comisión provincial del sordo-ceguera de las provincias orientales, me llama por teléfono y me suelta a quemarropa: Murió Flor.
La tristeza se adueña del momento, aunque tal desenlace se avizoraba en los últimos días, cuando se supo que había entrado en coma. Y es que la muerte siempre trae abatimiento, llanto y desgarra el corazón con la pérdida de los seres queridos.
Flor Verdecia Pompa, quien en el décimo segundo mes de este 2024 cumpliría 54 años, exhaló su último aliento en la madrugada de este 5 de septiembre, en el hospital Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo, donde permanecía ingresada tras varias intervenciones quirúrgicas.
La llegada de su féretro a Campechuela se produjo en la tarde de este jueves, para ser honrada en la funeraria municipal. Personas de todas las edades acuden. Asombra tantas, para decirle el último adiós.
Y es que Flor se dio a querer y a respetar por vecinos y amigos, por sus compañeros de la Asociación Nacional del Ciego, a la que pertenecía desde muy joven y a la cual representaría como delegada de Granma a la asamblea de los ancistas cubanos, prevista para noviembre próximo.
Hoy lloran tu hijo Leandro Aguilar Verdecia, su esposa y tus dos nietos; los ancistas campechuelenses y de Granma, y el dolor de tu partida se reparte entre muchos.
Y es que Flor era más que madre, abuela, federada, mujer creadora y narradora oral por excelencia. Era de esas personas que irradian alegría, positivismo y sacan una sonrisa con sus ocurrencias y chispeantes cuentos.
Nuestros encuentros se caracterizaron por ese fino humor criollo y por ello hoy la despido, en su transitar hacia lo divino, con una frase que sé le agradaría: Ay Flor, si vieras cuanta gente vino a decirte adiós.