Balada para Daniel

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Por Luis Carlos Frómeta Agüero | 12 febrero, 2024 |
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FOTO LUIS CARLOS FRÓMETA AGUERO

José Daniel Reyes Milán (Canelo) nació en Yara, 86 años atrás y, desde entonces,  le escoltan: su voz acompasada, la piel indiada que le bautizó el   seudónimo artístico y la mirada musical, reveladora del amor por el arte de crear, organizar sonidos y silencios.

“Una parte de mi infancia transcurrió en La Habana, integrado a una banda infantil. Allí aprendí algo de música y luego estudié trompeta, que finalmente  abandoné por no adaptarme al instrumento.

“Pasaron los años y, de regreso a Yara, trabajé en una compañía arrocera hasta que llegó el triunfo revolucionario: me hice operador de maquinaria, cooperativista, me asignaron una vivienda en Cayo Redondo, mientras persistía el amor por la música.

“Por ese tiempo, algunos amigos estudiaban música en Manzanillo y con ellos partí a la casa de los Estacio a recibir las clases. Recuerdo que, en cierta ocasión, mientras ayudaba a solfear a uno de mis compañeros, el Maestro, al percatarse de mis habilidades al respecto se interesó por mí:

-Si arreglas este violín, te lo dejo y puedes aprender con él-dijo.

“Suficiente para adentrarme en ese instrumento e ingresar, posteriormente, a la orquesta Casino dirigida por Juan García. Asumía entonces el doble empleo: una parte del tiempo en la agricultura y los fines de semana, en la referida agrupación.

“En el año 1968, acudimos a la evaluación y el director propone, para la ocasión, un bolero y un joropo. Aquello no prosperó y me fui al Instituto Tecnológico de Holguín a estudiar mecanización agrícola.

“La orquesta Innovación me abrió las puertas y no acepté, por mi responsabilidad al frente de un batallón de tractores. Un proceso alérgico, ocurrido después, me alejó de las tareas campestres y  valoré la propuesta, como violinista de la agrupación manzanillera, en la que permanecí durante  varios años.

“Por situaciones personales regresé a mi pueblo, esta vez para impartir  solfeo y preparar a varios jóvenes interesados en la ejecución del violín, el bajo y la guitarra. De aquella escuelita egresaron talentosos instrumentistas y con ellos formé La típica de Yara.

“Las autoridades del  municipio motivados por la idea, nos presentaron oficialmente en 1972, durante un desfile de modas   cercano a la terminal de ómnibus. Ese fue nuestro debut.

“Recibimos el apoyo suficiente para tocar en todos los carnavales de la zona oriental y durante un festival de artistas aficionados en el teatro Lázaro Peña,  de la capital cubana.

“El gobierno local quiso profesionalizarnos, para ello se escogieron a los mejores músicos de Yara y de Veguitas, y se armó la nueva agrupación con la que acudíamos, reiteradamente, a diversas plazas de Bayamo y Manzanillo, hasta que algunos integrantes   emprendieron nuevos derroteros, detonador para la desintegración colectiva.

“Me jubilé en 1990 y continué formando a otros seguidores que hoy figuran en varias instituciones dentro y fuera del país, tarea que al final del camino me enorgullece”.

Este inquieto personaje, de voz acompasada y piel canela, que un día asumió  la música como banda sonora de su vida, resguarda con celo la medalla Raúl Gómez García y los múltiples reconocimientos de  una fértil cosecha, intensamente trabajada, para conmover la sensibilidad de muchos otros.

 

 

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