
Todo empezó durante el más fuerte azote de la pandemia. En medio de aquella dura y triste batalla, como si fuera poco, el río Arroyón perdió su caudal por la intensa sequía, dejando desprotegidas las dos plantas potabilizadoras que ubicadas en Caney de Las Mercedes abastecen a una población superior a los cinco mil habitantes, en ese Consejo Popular y otros barrios aledaños en el municipio Bartolomé Masó.
Enfrentaba así la serrana localidad, uno de los grandes desafíos de los últimos tiempos. Cuando lo recuerda, Ernesto Ríos García, director de la Unidad Empresarial de Base de Acueducto, no olvida las arduas jornadas de análisis para encontrar una solución, ante la premura de llevar agua no solo a las viviendas, sino a los centros de aislamiento habilitados durante la Covid 19.
“La solución era hacer llevar agua al cauce desde la presa Paso Malo, pero la distancia frenaba el intento. Para eventualidades de tal tipo, la localidad desde mucho antes había pensado en un proyecto de trasvase, también aplazado por las circunstancias económicas, y ahora se imponía con urgencia una alternativa efectiva”.
Junto al chofer recorrió más de una vez el entorno, que ambos conocían de sus jornadas infantiles de pesquería, hasta que le descubrieron al “Arroyón” un pequeño, pero salvador afluente.
“Informamos con prontitud a los compañeros de Recursos Hidráulicos, y emprendimos la tarea con el apoyo de la unidad de riego de la agricultura, que consistió en la colocación de una turbina y enrollador de los utilizados para el riego de la caña, para llevar el agua por unos 550 metros de manguera, y dejar que luego por gravedad cayera al río.
“Con esa experiencia afrontamos nuevamente una situación similar (desde los primeros días de abril). El río volvió a secarse y aquí estamos llevando agua otra vez al afluente, en un bombeo de 37 litros por segundo y durante doce horas consecutivas, cada tres días”.
Muy cerca del improvisado bombeo, bajo los frondosos árboles, se empina una casa de campaña, desde donde dos operarios vigilan día y noche por la seguridad del esfuerzo mejora la vida de cientos y cientos de habitantes equipo y su estable funcionamiento.
Uno de ellos, Yasiel Estrada Núñez, trabajador de la citada unidad de riego, asegura que la soledad del lugar, es sin embargo llevadera por el compromiso que entraña la tarea, y la satisfacción de saber que su esfuerzo mejora la vida de los habitantes de esos lares.