Quedar a las puertas de la discusión del título y terminar en tercer lugar, puede catalogare un buen resultado para la selección de Cuba, en el recién concluido Campeonato panamericano de softbol femenino, que acogió Guatemala.

Existen motivos para el regocijo, porque las cubanas volvieron a codearse con lo más excelso y retornaron a la élite del continente, de la que estuvieron alejadas algunos años, además de cumplir el principal objetivo: clasificarse para el Mundial de 2023.

A pesar de las dos derrotas de la despedida, su desempeño en tierras guatemaltecas merece elogios. En todos los sentidos se vio un equipo superior, desde el liderazgo asumido por sus lanzadoras de cabecera, Yilian Tornés y Anisley López, hasta el notable avance en el orden ofensivo.

El periodo de alistamiento, que incluyó una base de preparación en Colombia, y las contrataciones en ligas foráneas de varias jugadoras, también rinden sus frutos. De ahí, el crecimiento en el orden ofensivo, una de las tareas que tenía pendiente el softbol femenino cubano.

De todos modos, aún siguen distantes de ese primer nivel, al que siempre deben aspirar. Los reveses ante Estados Unidos y Canadá, en ambos casos por la vía del nocaut, así lo confirman.

Las alumnas de Jorge Lamas también aseguraron presencia en los Juegos panamericanos de Santiago de Chile y los Centroamericanos y del Caribe de San Salvador, del año venidero; mientras, los elencos de Puerto Rico y Venezuela, cuarto y quinto, en ese orden, conseguían los otros cupos en disputa.