Considerado uno de los grandes hombres de la historia de Cuba, con 29 años de edad, tres días después del estallido insurreccional en la Demajagua se alzó en la Finca Santa Teresa, en Jiguaní, acompañado del destacado combatiente, Donato Mármol.
Participó en la toma de Bayamo y en su posterior defensa. En noviembre de ese año, estando subordinado al teniente general Luis Marcano, fue ascendido a coronel.
Participó en las tres guerras por la independencia. Protagonizó decenas de combates, entre los que se destacan, Baire, Buey Arriba, La Güira, Guisa, Jiguaní, entre muchos otros, sobresaliendo por su sólida formación militar, adquirida en el fragor de la lucha.
En febrero de 1869 sostuvo su primer desafío en Loma de Piedra. Y en este mismo mes pasó a ser segundo jefe de la Brigada de Jiguaní, bajo el mando del mayor general Máximo Gómez. Alcanza el grado de general de brigada.
Se convirtió en jefe de toda la provincia oriental, al que se le subordinaron los distritos de Jiguaní, Bayamo, Manzanillo y Las Tunas.
El 6 de septiembre de 1874, hallándose acompañado solamente por unos pocos hombres en San Antonio de Baja, cerca de Veguitas, en el camino real entre Bayamo y Manzanillo, el enemigo logró rodearlo. En este momento prefiere morir y no ser apresado por los españoles. Se dispara un tiro en la boca que sale por la frente, marca que quedará impregnada para siempre en su rostro.
Tras enterarse del encarcelamiento, su madre, Doña Lucía Íñiguez, al saber que se encontraba gravemente herido, expresó: “Ese es mi hijo Calixto, muerto antes que rendido”.
Es hecho prisionero y enviado a las cárceles de Pamplona y Alicante, en España, donde permaneció cuatro años.
Junto con Antonio Maceo protagonizó la campaña conocida como la Guerra Chiquita (1879-1880), razón por la cual fue otra vez encarcelado y trasladado a la metrópoli española.
Al iniciarse en 1895 la última contienda independentista viajó desde los Estados Unidos, y se pone al mando de los departamentos de Oriente y Camagüey.
Fue intransigente ante las humillaciones realizadas al pueblo cubano por las autoridades estadounidenses demostrando su patriotismo y dignidad ante cualquier suceso que manchara la vergüenza de los cubanos.
Luego de la muerte del Mayor General Antonio Maceo, el 7 de diciembre de 1896, es nombrado Lugarteniente General del Ejército Libertador, combatiendo a los invasores sin tregua hasta 1898, cuando EE.UU. con el pretexto de la voladura del Acorazado Maine se introduce en el conflicto y se produce la Guerra Hispano Cubano- Norteamericana.
En ese contexto dirigió la Campaña de Santiago de Cuba, impidiendo que las tropas españolas penetraran a la ciudad con refuerzos.
El 21 de julio escribió una carta al jefe de las fuerzas norteamericanas, General. William R. Shafter, revelándole con severidad las verdaderas intenciones de la ocupación
del país.
Viaja a Estados Unidos, enviado por la Asamblea presidiendo la comisión que gestionaría el reconocimiento de ese órgano y obtener fondos para licenciar al Ejercito Libertador.
Durante las conversaciones, víctima de pulmonía fallece en la ciudad de Washington, Estados Unidos, el 11 de diciembre de 1898, hace 125 años. Su cadáver fue trasladado a La Habana y sepultado.