El carismático y bravo comandante del Ejército Rebelde Camilo Cienfuegos, el Señor de la Vanguardia, el hombre de las mil anécdotas, vio la luz el 6 de febrero de 1932, en la barriada habanera de Lawton, en La Habana, por lo que estaría cumpliendo 93 años de su natalicio. Aunque despareció en plena juventud el 28 de octubre de 1959, su impronta se mantiene viva en el alma de la nación cubana.
Antes del desembarco del yate Granma, en diciembre de 1956, por las costas de Niquero, era prácticamente un desconocido por el pueblo cubano, aunque tenía cicatrices en el cuerpo, incluso de balas, en las manifestaciones habaneras contra la tiranía de Batista.
Fue la lucha guerrillera en las montañas y llanos de Oriente la que puso al descubierto sus cualidades de dirigente militar revolucionario: decisión y tenacidad, valor y voluntad en el logro de un objetivo.
El Comandante en Jefe Fidel Castro, quien tenía en despacho personal un gran retrato al óleo de Camilo Cienfuegos, destacaba algunos rasgos de noble personalidad: “Camilo, menos intelectual que el Che pero también muy valiente, un jefe eminente, muy audaz, muy humano. Los dos se respetaban y se querían mucho. Camilo se había destacado, estaba en la tropa del Che, hizo incursiones al llano y estableció un frente en el llano, muy difícil; se destacaba mucho”.
El comandante Ernesto Che Guevara, su gran amigo y compañero de proezas liberadoras, subrayaba: “Aun cuando después hiciera una serie de hazañas que han dejado su nombre en la leyenda, me cabe el orgullo de haberlo descubierto como guerrillero (…). No sé si Camilo conocía la máxima de Dantón sobre los movimientos revolucionarios: ‘Audacia, audacia y más audacia’. De todas maneras la practicó con su acción, dándole además el condimento de otras condiciones necesarias al guerrillero: análisis preciso y rápido de la situación y meditación anticipada sobre los problemas a resolver en el futuro”.
LA DIFÍCIL VIDA DE UN HOMBRE HUMILDE
De extracción social humilde, fueron sus padres Ramón Cienfuegos y Flores, un español socialista y sastre de profesión, y Emilia Gorriarán Zaballa. Por impago del alquiler fueron desalojados teniendo que irse a vivir a un cuarto de la calle O’Reilly, en La Habana Vieja. Luego regresaron a una casa en la calle Pocito en Lawton.
A los cincos años ingresó en el Kindergarten. En 1939 matriculó en la Escuela Pública no. 105 Félix Ernesto Alpízar, cursado hasta el quinto grato. En 1944 formó parte del alumnado de la Escuela Primaria Superior no. 13 de La Víbora, llegando hasta el octavo grado.
Desde pequeño sintió tanta pasión por el béisbol que perdía la noción del tiempo. Al principio era un mal jugador, incluso nadie lo quería en su equipo, pero se esforzó tanto por aprender que en el año 1947 participó en el campeonato de béisbol intercolegial.
Luego consiguió ingresar a la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro, a donde asistió durante el primer semestre. Por los agudos problemas económicos, tuvo que abandonar el plantel.
No vivía ajeno a las luchas del pueblo contra las desigualdades sociales. En 1948 comenzó a participar en las protestas populares contra el impopular aumento de la tarifa de los ómnibus urbanos.
El 10 de marzo de 1952, al producirse el golpe de Estado del reaccionario general Fulgencio Batista, con un grupo de jóvenes concurrió a la Universidad de La Habana, donde se planteaba que existían armas para combatir al usurpador de triste recordación desde otro golpe de Estado en septiembre de 1933.
Pero las armas nunca aparecieron y la oposición fue demasiado blanda, llevando pesares a la juventud, la cual vio las esperanzas de cambios democráticos defraudadas. por eso, en busca de mejores perspectivas económicas para su familia y protección para su vida emigró hacia los Estados Unidos, con solo 21 años de edad. Tuvo que despeñar varios empleos para subsistir y moverse por diferentes ciudades. Sin olvidar a su patria tiranizada, participó con otros emigrados latinoamericanos, en diversos actos de denuncia de los atropellos y crímenes y de Batista en Cuba.
En 1955 fue detenido y deportado a Cuba, incorporándose a las luchas estudiantiles, resultando herido en una manifestación de protesta. Pronto fue puesto preso por el cuerpo policial batistiano, torturado y fichado como “comunista” y dirigente de la oposición.
Perseguido por los sicarios del feroz régimen, tuvo que tomar el camino del destierro en Nueva York, donde se unió a los grupos revolucionarios en el exilio. De esta manera conoció Fidel Castro, el organizador de los ataques a dos cuarteles en Oriente, el Guillermo Moncada y el Carlos Manuel de Céspedes, estaba en México organizando una expedición armada con destino a Cuba.
HOMBRE DEL GRANMA Y LA SIERRA MAESTRA
Como aquel proyecto estaba en correspondencia con sus ideales, Camilo no vació en viajar a México, en septiembre de 1956. Llegó sin ser enviado por ninguna célula del Movimiento 26 de Julio ni poseer entrenamiento militar suficiente. En la primera entrevista con Fidel no fue aceptado, porque la expedición estaba a punto de partir.
Pero en el contingente que se preparaba contaba con su amigo Reynaldo Nápoles Benítez, su compañero en la una tienda departamental de La Habana. Aunque oriundo de Bayamo, se despeñaba como dependiente de ese comercio. Juntos se fueron a ver de nuevo a Fidel, quien se mantuvo inflexible, sobre todo por la falta de preparación militar del joven habanero.
Pero ninguno de los dos se rindieron y acudieron a Raúl Castro, quien finalmente convenció a su hermano de su aceptación. De este modo Camilo fue el último elegido para la expedición del yate Granma. Formó parte, como soldado, del pelotón al mando del capitán Juan Almeida Bosque.
El 2 de diciembre de 1956, como parte del destacamento expedicionario, Camilo bajó del Granma, por el manglar de Los Cayuelos, cercano a playa Las Coloradas, en el municipio de Niquero.
El alto mando batistiano destinó a la zona de desembarco numerosas fuerzas, con la implacable orden de exterminar a Fidel Castro y demás alzados contra el gobierno.
Unos días después, el 5 de diciembre, Camilo tomó parte en el combate de Alegría de Pío, donde los revolucionarios resultaron dispersados. Estuvo entre los que lograron evadir el cerco del enemigo. Junto a Pablo Hurtado y Francisco González, logró incorporarse al grupo de Juan Almeida. En todos se mantuvo firme la voluntad de avanzar hacia la Sierra Maestra y establecer un foco guerrillero.
Por suerte el 18 de diciembre el grupo logró reagruparse con Fidel Castro en la finca El Salvador, en Purial de Vicana, en la precordillera de la serranía. La Revolución estaba salvada y entre sus semillas más fervientes estaba Camilo.
Al calor de la lucha guerrillera nació la columna 1 José Martí del Ejército Rebelde en el corazón de la Sierra Maestra, al mando director del comandante Fidel Castro.
En sus filas Camilo, el 17 de enero de 1957 tomó parte en el ataque al cuartel de La Plata y cinco días después en el combate de Arroyo del Infierno. Desde esos momentos comenzó a destacarse en el cumplimiento de las misiones más riesgosas, sin dejar de ser alegre y jaranero, un típico hombre de pueblo.
A mediados de marzo de 1957 el pequeño grupo rebelde recibió el primer gran refuerzo en hombres y armas enviado desde el llano por Frank País García, jefe de acción y sabotaje del Movimiento 26 de Julio. Ante el aumento de la tropa fue reestructurada columna 1 José Martí con la formación de tres pelotones. Fidel, gran observador de las cualidades de los combatientes, ascendió a Camilo al grado de teniente y lo colocó al frente de la escuadra de la vanguardia.
El coraje y pujanza de Camilo, el exacto cumplimiento de su deber, le atrajo las simpatías de sus compañeros de luchas, en especial de Fidel, el Che Guevara, Juan Almeida y Raúl Castro. Era el primero en los combates, donde tejió su sobrenombre de “Señor de la Vanguardia”. Era el amigo leal, capaz de exigir ante una herida grave en el estómago, que retirasen primero a los demás heridos antes que a él.
A pesar de no conocer la máxima del republicano radical francés Georges Jacques Dantón sobre los movimientos revolucionarios: “Audacia, audacia y más audacia”, la llevaba a la práctica una y otra vez, con la precisión de un líder guerrillero, de pueblo. Pronto obtuvo la categoría de capitán y mientras peleaba en los llanos del Cauto la estrella de comandante.
La Sierra Maestra y los llanos de Bayamo, Jiguaní, Las Tunas y Holguín guardan, como preciados tesoros sus hazañas militares y organizador de las masas obreras y campesinas. Los caminos de Occidente conocieron de su temeridad invasora, como émulo de los generales Máximo Gómez y Antonio Maceo en la epopeya independentista.
Hombre de leyenda, coronó el triunfo revolucionario en el campamento general de Columbia, la madriguera del tirano, en la capital del país, el 1 de enero de 1959.
Hizo tanto bien a la patria, le entregó tanta enemiga vital y le señaló rumbos luminosos que es imposible no hablar de Camilo y sus aportes notables a obra de la Revolución. Hizo tantas cosas grandes que la fuerza de su huella sigue viva en el corazón de los cubanos.
FUENTES: William Gálvez Rodríguez: Camilo, Señor de la Vanguardia (1979); Guillermo Cabrera Alvarez: Camilo Cienfuegos. El hombre mil anécdotas (1984; Ignacio Ramonet: Cien horas con Fidel (2006); y Fidel Castro: Por todos los caminos de la Sierra. La victoria estratégica (2010).