
A Ramón López Matamoros lo conocí en pleno surco, mientras participaba en un trabajo voluntario convocado por los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) del municipio de Yara.
Allí no solo se alegraba de aportar un granito de arena a la producción de alimentos, sino que esperaba ansiosamente la entrega, posterior a la labor productiva, de la condición de cederista Vanguardia Nacional.
En el merecimiento de tan alta distinción ha influido, fundamentalmente, su quehacer como presidente del CDR número 5, de la zona 1, del poblado de Yara, cargo que ha desempeñado por nueve años.
“Trabajo como metodólogo de la Dirección municipal de Deportes. Cuando concluí una misión internacionalista, en el 2014, en la hermana República Bolivariana de Venezuela, y me mudé para mi actual CDR, fui seleccionado por el colectivo de vecinos como presidente.
“Desde entonces, he asumido cada tarea asignada por la mayor organización de masas de Cuba con mucha responsabilidad, lo cual influyó -determinantemente- en el otorgamiento de la condición que ostento con gran orgullo.
“Para obtener resultados en el barrio, hay que ponerle energía y corazón a todo lo que hacemos; por eso cuando realizo actividades, como trabajos voluntarios, recogida de materias primas y donaciones de sangre, trato de motivar a las personas, no solo haciéndoles ver la importancia de las estas, sino dando el ejemplo, que es uno de los aspectos fundamentales a la hora de conducir a un grupo.
“Una cuestión esencial en el trabajo en la base es saber guiar a los jóvenes e involucrarlos en las labores que promueve la organización, porque ellos son el relevo de quienes dirigimos y formamos parte de los CDR, y para garantizar el fututo hay que laborar intencionadamente desde el presente.
“Una de mis filosofías de trabajo es el protagonismo, porque soy de los que piensan que cuando somos los primeros en realizar la tarea que estamos conduciendo, es muy difícil que alguien no nos siga.
“En estos últimos tres años, mi CDR ha resultado dos veces vanguardia provincial y uno nacional, lo cual ha sido motivo de gran satisfacción, sobre todo, porque he contribuido al mantenimiento de una iniciativa nacida del pensamiento de Fidel con el fin de defender la Revolución desde las cuadras, y es muy lindo percibir cómo, con el paso del tiempo, no solo se ha convertido en la mayor organización de masas del país, sino que ha devenido la gran familia de los barrios cubanos.
“Aunque algunos la vean como una organización decadente y que no cumple ningún objetivo, los CDR son muy útiles en sus misiones históricas como, por ejemplo, la vigilancia, donaciones de sangre y trabajos voluntarios.
“Sin duda, las actividades antes mencionadas tienen un gran impacto en el barrio, pues al final la vigilancia permite que no ocurran delitos en la cuadra, la sangre que aportamos a las instituciones de Salud contribuye a salvar vidas, que en determinado momento puede ser la nuestra o de algún familiar, y los trabajos voluntarios que desarrollamos repercuten en la higiene y belleza del barrio. No obstante, la vigilancia sigue siendo la asignatura pendiente que hoy tienen los CDR”.
Según el criterio de López Matamoros, no hay fórmulas mágicas para hacer que funcionen los CDR, porque cada uno tiene sus peculiaridades y lo que en uno es funcional en otro puede que no, pero de lo que sí está seguro es que el dinamismo y el protagonismo siempre serán bienvenidos, y servirán para oxigenar una organización que, como expresó Fidel, nació para ser eterna.