Celia: la comprensión hecha mujer

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Por Gislania Tamayo Cedeño | 9 mayo, 2023 |
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Celia por siempre, la flor más autóctona de la revolución, Celia ternura infinita, Celia en el corazón del pueblo, la “fibra más íntima y querida de la Revolución” son algunos de los epítetos que se le atribuyen a esta mujer querida por su pueblo y convertida en símbolo perenne de admiración.

Celia Sánchez Manduley nació un 9 de mayo de 1920 en el Central Isabel, Pueblo Nuevo Media Luna, sitio costero de la región del oriente cubano. Hija de Manuel Sánchez Silvera y Acacia Manduley Alsina.

Fue inscrita en el Registro Civil del juzgado Municipal de Vicana, el 16 de octubre de aquel año bajo el nombre de Celia Esther de los Desamparados, los mismos con los que sería bautizada el 22 de julio de 1922 en la parroquia de la Purísima Concepción de Manzanillo.

De su padre adquirió la fortaleza de carácter, la tenacidad la pureza de intenciones; la sensibilidad patriótica y política.

Siendo muy joven se incorpora al Movimiento 26 de Julio (M-26-7) creado con el propósito de reunir a los hombres y mujeres dispuestos a combatir el régimen tiránico y opresor que sumía a Cuba en la miseria.

El 19 de marzo de 1957 sube a la Sierra Maestra y se incorpora como combatiente al Ejército Rebelde. Fue un punto permanente de contacto con el Llano, labor que le permite desarrollar un excelente trabajo.

Fue la primera mujer que ocupó la posición de soldado combatiente en las filas del Ejército Rebelde. Utilizó los seudónimos de Norma, Lilian, Carmen y Caridad.

El 18 de julio de 1957, en un mensaje de Frank a la Sierra, apareció su nuevo nombre de guerra Aly. Sin embargo, estaba tan enraizado el seudónimo de Norma, que le continuó llamando así en misivas posteriores. En una carta enviada por los guerrilleros de la Sierra Maestra a Frank País estos patentizaron el papel vital de Celia durante la guerra cuando escribieron:

“En cuanto a la Sierra, cuando se escriba la historia de esta etapa revolucionaria, en la portada tendrán que aparecer dos nombres: David y Norma”.

El 4 de septiembre de 1958 en la Sierra Maestra tras una reunión de siete horas entre Fidel y su Estado Mayor y promovido por Celia se creó en La Plata, el pelotón Mariana Grajales formado por mujeres que tenían la decisión de incorporarse como combatientes. La guerrillera Teté Puebla fue la segunda jefa.

Teté Puebla una de las más estrechas colaboradoras de Celia explica­:

«Como muchos hombres no nos tenían confianza, Fidel no solo fue quien nos enseñó a disparar sino que nos nombró su escolta personal. Por eso, cuando íbamos llegando a los lugares, la gente decía: ¿Llegaron las Marianas? ¡Seguro detrás viene Fidel!» (…) «El día en que la Revolución triunfa, una parte de las Marianas nos encontrábamos en Holguín con el comandante Delio Gómez Ochoa, jefe del IV Frente, y Fidel nos mandó a buscar. El día 2 llegamos a Bayamo y nos incorporamos a la Caravana de la Libertad para hacer el recorrido hacia La Habana. Nada he olvidado. Recuerdo en la Caravana que Celia —igual que en la Sierra—, apenas descansaba para estar siempre pendiente de todo. Ella era así. No tenía descanso. Estaba al tanto del último detalle de lo que necesitábamos las Marianas, los soldados del Ejército Rebelde, los niños que encontraba y, sobre todo, de lo que necesitaba Fidel».

Valerosa mujer y destacada revolucionaria.  Entre sus méritos estuvo:   Defender la historia de la Revolución, ser su guardiana. Mujer valiente, firme, inteligente y querida por la gente.

 

 

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