“La verdad es que la Ciudad Pesquera me parece mentira. Allí tendremos de todo. Ya nadie abusará tampoco con nosotros a la hora de vender el pescado”, opinaba, en julio1960, el manzanillero Gilberto García, quien acumulaba 79 años de edad, siete hijos y 24 nietos, pero la vida lo obligaba a tirar la atarraya todos los días.
Un reportaje de la revista INRA, publicado en agosto de aquel año, mostraba al anciano como estremecedora representación de los millones de cubanos beneficiados, de la noche a la mañana, por los “milagros” de una revolución social, inevitables siempre, todavía inocultables e inolvidables, mientras haya vergüenza.

“Este muchacho, Fidel, es único. Se le ha puesto enfrente a todos los que querían que Cuba siguiera como hasta ahora. Hasta los viejos estamos con él”, resumía el veterano, sin ocultar su alegría porque habitantes de barrios infernales irían a residir en el modernísimo reparto Ciudad Pesquera.
INRA mencionaba, también, a Elba Batista, quien, con nueve hijos, parecía tener más de los 28 años vividos, ”maltratada desde su nacimiento”; pero, al hablar de la nueva residencia, “un fulgor asoma a su rostro y una sonrisa dibuja sus labios”, anotaba el periodista.
“Tengo ganas de sacar a mis hijos de aquí. Fíjese como vivimos. ¡Las noches que nos hemos tenido que acostar todos sin comer!”, sollozaba Elba.
Según testimonio de Raúl Arias, coordinador del frente obrero en la jefatura manzanillera del Movimiento 26 de Julio, los pescadores eran los trabajadores cubanos más explotados y con peores condiciones de vida, hasta 1959.
Citado en una ponencia por Daniel Rodríguez Verdecia, dirigente político de larga trayectoria, Arias detallaba que casi todos “los hombres del mar” de la Perla del Guacanayabo vivían con sus familias en los inhóspitos barrios de El Manglar y El Médano, donde predominaban los bajareques de yagua y guano.
Precisaba que El Manglar ocupaba la parte más baja e insalubre de la ciudad, y El Médano era una especie de cayo formado en la desembocadura del río Cauto.

Varios órganos de prensa constatan que Porfirio (Nino) Alard encabezó el sindicato de los pescadores de la localidad antes, durante y después de la gesta insurreccional (1956-1958), y en la sede de dicho gremio, el 24 de junio de 1959, el Comandante en Jefe Fidel Castro aprobó las propuestas de beneficiar a los manzanilleros del sector con una cooperativa, un astillero y la primera ciudad cubana destinada a obreros de esa rama.
La enciclopedia colaborativa y solidaria EcuRed dice que la cooperativa pesquera de Manzanillo quedó inaugurada en el segundo semestre de 1959; a partir de 1965 se denominó cooperativa pesquera Andrés Luján Vázquez y fue administrada por Porfirio Alard.
Agrega que el astillero Andrés Luján Vázquez tuvo apertura oficial el 27 de julio de 1959; en enero de 1960, el Comandante en Jefe lanzó al mar el primer barco construido allí y en él recorrió las zonas de El Médano y Los Esteros, donde, en diálogo con pescadores y familiares, informó acerca de posibles soluciones respecto a sus condiciones laborales y residenciales.

La Ciudad Pesquera se proyectó para edificar 509 casas, cada una dotada de tres habitaciones y baño. En general, la familia dispondría de 525 metros cuadrados, 80 techados y el resto de áreas verdes.
Completarían la propuesta los servicios de electricidad, alcantarillado, cine de mil 200 lunetas, centro escolar con 20 aulas, amplia zona comercial, unidad sanitaria, local social, calles asfaltadas y otros.
El ingeniero Carlos Pérez Font, superintendente general de obras del departamento de Viviendas Campesinas en la zona 0-22 del INRA (Instituto Nacional de Reforma Agraria), subrayaba, en sus declaraciones para la revista citada, que los hogares no tendrían columnas, novedad importante encaminada a reducir costos.
Pérez Font afirmaba que, en julio de 1960, estaban terminadas 200 de las casas previstas y las demás se completarían en los siguientes 45 días, como máximo.
En 2021, el periodista Eliéxer Peláez Pacheco comentaba que, antes de la entrega oficial del reparto, programada para el 10 de octubre de 1961, comenzó la ocupación de las hermosas residencias, debido a las necesidades de los pescadores y sus familiares.
Entre los primeros reasentados mencionaba a Rafael Almeida Castillo (Curi): “En bote desde el barrio de El Manglar, donde radicaba, y vine con mi esposa, algunas ollas y jarros; aunque no era necesario, porque las casas las entregaron con sus camas, colchones y cocina. Todas eran muy lindas y yo creo que a mí me tocó la más bella, construida de bloques, en la Calle A.
“Yo me mudé porque en mi casa, que era de guano, vivíamos 17 personas, pues mis hermanos mayores estaban casados y éramos 12 hermanos, seis hembras y seis varones. Todos dormíamos en el mismo cuarto.”
En ese recuento, el hijo mayor de Porfirio Alard, Andrés Alard Escalona, relataba que tenía 13 años cuando llegó a la vistosa morada: “Me quedé impresionado, le pregunto a mi madre si era para nosotros y al contestarme que sí, no lo podía creer, lloré.
“Mi papá estaba contento y siempre mostró agradecimiento y sentido de pertenencia con su Cuidad Pesquera; tanto que le propusieron, para el retiro, vivir en La Habana, y él no aceptó, diciendo que se quedaba con sus pescadores aquí, en Manzanillo… hasta que murió.”
Andrés recordó que Porfirio fue el primer director del combinado pesquero, construido en las inmediaciones del impactante reparto, y entre sus éxitos estuvo lograr la presentación, en el centro comercial de la comunidad, del inmenso Benny Moré, el mejor de los cantores populares cubanos.
Además de las elegantes residencias en la Ciudad Pesquera, la revolución socialista levantó centenares de casas modernas en comunidades manzanilleras y cercanas al municipio, como Las Novillas, Nuevo Manzanillo, El Malecón, San Francisco, Cayo Redondo, La Martí, Israel Licea y otras.
La realidad es una: No hace bien a un pueblo tener hijos olvidados, mucho menos si están entre los más numerosos, trabajadores y honestos. Tampoco conviene que haya olvidadizos, porque los equilibrios imprescindibles para la vida se afincan en los abrazos sutiles de la vergüenza y la verdad.