
Ella se emociona cuando habla del tema. Aunque ya ha estado cerca de las urnas -las custodiaba en su etapa de pionera-, el próximo 25 de septiembre depositará su voto, por primera vez, y eso la estimula mucho.
Se nombra Julia Carla Mariño Pérez y estudia en el Instituto Preuniversitario Urbano Francisco Vicente Aguilera, de Bayamo. A sus 17 años, expresa que su voto puede ayudar a generar transformaciones en la sociedad, que ya no es ni remotamente la misma de 1975, año en el que se aprobó el vigente Código de la familia. Junto a la realidad palpable ha ido evolucionando el pensamiento de las personas.
No le falta razón a esta alumna de onceno grado. Hoy los núcleos familiares son diversos: encontramos desde la abuela responsable de sus nietos o parejas de igual sexo que viven en una misma morada, hasta el anciano que está bajo el cuidado de algún pariente.
Como Julia Carla, miles de jóvenes de Granma serán decisivos en la aprobación o no del Código de las familias, que se someterá a referendo popular.

De ese concepto, se hace eco el miembro del Comité provincial de la Unión de Jóvenes Comunistas Ángel Ramírez Medina, quien, a sus 31 años, dice que las nuevas generaciones necesitan entender la importancia del nuevo texto.
Para él, hay que ver la legislación mucho más allá del matrimonio, pues sería reducir demasiado una norma con amplio alcance. Se refiere, especialmente, al respeto y a la integridad que deben primar en las relaciones familiares.
“También, por ejemplo, brinda la posibilidad de que los hijos tomen sus propias decisiones y tengan cierta autonomía, algo que es muy novedoso para Cuba”, argumenta.
Este delegado de circunscripción del Poder Popular, quien a menudo choca con problemas familiares, aborda otro asunto interesante: “Si determinada persona se hace cargo de otra, que esté en situación de discapacidad, tiene el derecho de, cuando llegue la hora del deceso, quedarse como beneficiaria de los bienes materiales, aunque no posean parentesco”.
Ángel se detiene en un aspecto significativo, si se aprobara el Código. “Los jóvenes tendrían que seguir estudiándolo a fondo para conocer bien sobre sus deberes y derechos y cómo ponerlos en práctica.
“Es esencial que no se dejen llevar por el pensamiento de otras personas, deben regirse por el documento rector oficial. Por eso, en todos los centros educacionales se realizan intercambios con los estudiantes, y ha habido debates muy interesantes acerca de los beneficios del nuevo estatuto”, añade.
UNA NUEVA GUÍA
Para algunos jóvenes, como Beatriz Ganado Arias, estudiante de cuarto año de Periodismo, el Código que se someterá a consulta es superior al aprobado hace 47 años, porque profundiza en la denominada violencia intrafamiliar, “que no es solo un problema de los hogares, sino también de toda la sociedad”.
Según sus consideraciones, otro de los aspectos que lo hace más avanzado es que contempla, primeramente, que todos necesitamos el cuidado.
“En una sociedad que envejece cada día más, resulta clave que se le haya dado importancia a la labor del cuidador y se subraye su derecho al descanso, incluso a ser remunerado”.
Otra joven que considera superior el Código de las familias es la profesora Ariagna Sánchez…: “La nueva Ley reconoce todas las facetas de las nuevas descendencias, los derechos de los más pequeños hasta el adulto mayor.
“En la vigente legislación, los niños son vistos como objetos, no así en la actualizada, pues son considerados sujetos. En el nueva norma el niño goza de mayores libertades en cuanto a la toma de sus propias decisiones, porque decide quién quiere ser”.
Ella añade que hay que despojarse del machismo, tanto hombres, mujeres y la comunidad LGBTI+. Asimismo, habla de la necesidad de desterrar muchos prejuicios, y en consecuencia, señala que “la homosexualidad no contagia”.

Por su parte, Edilberto Camilo García Villariño, estudiante de sexto año de Medicina, expresa que la futura legislación pudiera catalogarse como una excelente guía “por las nuevas oportunidades de ser incluido en las dinámicas sociales que, normalmente, hacían rechazo muchos jóvenes”.
Y agrega que “es una manera de tener una mayor igualdad. Brinda todo tipo de oportunidades a los diferentes grupos de población sin importar sexo, edad, raza, ni posición económica”.
Todos estos criterios expresan una “visión joven”, que debemos tener en cuenta. En unos años, cuando el crepúsculo cubra esta generación, los ciudadanos del futuro podrán juzgarla y saber cuánto aportaron o no a su felicidad.