Combates en los llanos del Cauto: Ni pacificados ni rendidos

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Por Aldo Daniel Naranjo (Historiador) | 15 abril, 2025 |
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Los patriotas peleaban con ardor por su independencia absoluta

Entre enero y febrero de 1870, hace 155 años, arribaron cuatro expediciones mambisas, por las costas de la región oriental de Cuba, conduciendo hombres y recursos militares.

El Gobierno insurrecto, con su cuartel general, en el suroeste de Las Tunas, de inmediato llamó a su lado a los principales jefes orientales para repartir los pertrechos bélicos y elaborar de conjunto los planes operacionales.

Estas inyecciones de fusiles y balas las aprovechó el presidente de la República, mayor general Carlos Manuel de Céspedes, para  incentivar la lucha insurrecta en el valle del Cauto y detener la denominada creciente del conde de Valmaseda en el sector de Holguín.

El plan presentado por el mayor general Máximo Gómez era aprovechar esos recursos bélicos para atacar y ocupar nuevamente la plaza de Bayamo. Una vez en manos de los mambises debía ser fortificada y evitar, mediante un sistema de emboscadas escalonas, los movimientos de los colonialistas. De esta manera podría convertirse en escenario de una serie de derrotas que requebraría la moral de los contrarios.

Sin embargo, esta operación fue desecha por resultar demasiado costosa y no se contaban con suficientes cañones para defender adecuadamente y con éxito la posición de histórica ciudad en ruinas.

La maniobra aprobada por el alto mando revolucionario consistió en invadir las comarcas de Bayamo, Jiguaní y Manzanillo, territorios dados por “pacificados” por el conde de Valmaseda.

La forma en que se llegó a esta conclusión con Céspedes la describiría el propio Máximo Gómez: “De allí se vaciló de si me mandaría para Las Villas, pues de allí me pedían; pero más luego se resolvió que pasara a Jiguaní a operar en combinación con el general Díaz, que ya ha marchado con mil hombres sobre Bayamo”.

En respuesta a una proclama del conde de Valmaseda, donde reiteraba la “pacificación” de Oriente, Carlos Manuel de Céspedes desmentía en una circular tal afirmación, porque ya el general Díaz peleaba en la comarca de Bayamo.

y en otro párrafo afirmaba: “Dice que no hay insurrectos. Y otro nuevo cuerpo insurrecto de 300 hombres ha marchado sobre Jiguaní, comandado por el valiente Gómez”.

COMBATES EN EL VALLE DEL CAUTO

Desde el 8 de marzo de 1870, el mayor general Francisco Vicente Aguilera fue designado jefe del 1º Cuerpo de Ejército de Oriente, el cual estaba compuesto por cuatro divisiones, a saber, Santiago de Cuba, Bayamo, Holguín y Las Tunas.

El regreso a sus respectivas zonas de operaciones desde Las Tunas la ejecutaron desde principios de marzo los generales Máximo Gómez con destino a Jiguaní; Modesto Díaz rumbo a Bayamo; Luis Marcano Álvarez para Manzanillo; y Luis Figueredo para la banda occidental de Holguín.

El 13 de marzo, el  general Díaz libró el combate de Río Abajo, haciendo frente a una columna de 3 000 efectivos españoles, que avanzaban desde Holguín hacia Las Tunas.

Los cubanos tomaron todas las aguadas, incluyendo una laguna. Durante la pelea los patriotas recibieron refuerzos de los generales Vicente García y Máximo Gómez.

Las acciones fueron violentas, cesando sólo con la llegada de la noche.

Al día siguiente,  continuaron los combates de manera sostenida, siendo rechazados cada uno de los movimientos ofensivos del enemigo.

No obstante, el general Gómez  censuraba el desarrollo de aquellas acciones, por considerarlas inconvenientes en aquellas condiciones de precariedad de municiones. Entre sus aspectos negativos señaló: “Pues aun habiéndose triunfado no era de buen efecto, atendida nuestra clase de guerra, cuando muy bien se hubiera podido tomar Bayamo”.

El gasto excesivo de tiros, más de  50 000,  y las bajas sufridas obligaron a tomar la decisión de que Vidente García continuara hostigando a los contrarios, mientras Gómez y Díaz seguían avanzado hacia sus zonas de operaciones.

En su movimiento hacia Guamo, junto al río Cauto, en la tarde de ese 14 de marzo, Díaz tuvo que enfrentar otra columna española, la del Velazco, en la hacienda La Candelaria. Los cubanos la acometieron con ardor, ocasionándole 4 muertos y 5 heridos.

Una vez cruzado el río Cauto, el general Díaz avanzó rápidamente los llanos de Cayama, Mabay y El Dátil, hasta situarse al sureste de Bayamo. A los pocos días cayó como un bólido sobre el campamento enemigo de El Horno, entre Bayamo y Guisa. Después de una breve resistencia, los adversarios se rindieron, sabiendo que los cubanos respetaban la vida de los prisioneros de guerra.

El 10 de abril, el general Díaz atacó el campamento español de Chapala, a orillas del río Cautillo, diezmando al enemigo a machete. El caserío fue reducido a cenizas.

Al otro día, las fuerzas de Díaz y Marcano se unieron en el poblado de Guisa y el 13, en la mañana, volvieron a atacar a los españoles El Horno, posición que había sido reforzada con dos compañías de línea y la construcción de un fortín. Aunque no pudieron doblegar a los colonialistas en el reducto, procedieron a quemar los comercios y casas.

Las tropas, mandadas por el general Díaz, se desplazaron para los llanos de Canabacoa y El Macío, al suroeste de Bayamo.

El conde de Valmaseda deseo de batir a los insurrectos organizó una fuerte batida columna el batallón de San Quintín, el cual avanzó contra el campamento de El Macío, el 14 de marzo. Después de una breve resistencia, los patriotas se replegaron sobre las estribaciones nortes de la Sierra Maestra.

OPERACIONES DEL GENERAL GÓMEZ EN JIGUANÍ

En tanto, el general Gómez avanzó sobre Jiguaní, donde el 11 de abril incursionó sobre los campamentos españoles de La Vuelta, La Verita y La Caridad. En ellos causó varias bajas al enemigo y ocupó algunos fusiles Remington. Por cierto, era la primera vez que veía, encontrando que era un arma de infantería magnífica.

El 20 de abril una columna, procedente de Jiguaní atacó el campamento de Gómez en Altagracia. Del desarrollo de estas acciones escribió en su Diario de campaña: “… no pudo ser muy larga mi estancia allí, pues apercibido el enemigo, de Jiguaní me atacó una columna que rechacé, dejándonos dos muertos en el campo”.

El coronel bayamés José Vázquez Moreno, de manera intrépida, acometió con brío la vanguardia contraria. En la acción machetearon  a un comandante y un teniente, lo que provocó la desmoralización  en las colonialistas que regresaron a su punto de partida.

Dos días después  volvió otra columna más fuerte, esta vez procedente de Palma Soriano, apoyada por dos piezas de artillería. El general Gómez con otro cañón le dirigió el fuero, precisamente, contra los artilleros. Fueron tan efectivos que silenciaron el ulular de los obuses. Al atardecer, los españoles en franca derrota se retiraron por el camino de Remanganaguas.

Pero deseando desechar los combates defensivos y el consumo excesivo de balas, a fines de abril de 1870, el general Gómez avanzó con una columna de más de 500 hombres hacia las zonas de Santa Rita, Charco Redondo y Calabazar, en el sector sureste de Jiguaní.

Es decir, en abril de 1870, la guerra liberadora había entrada en un nuevo período en el valle del Cauto, caracterizado por la ofensiva contra las posiciones españolas. Una vez más, quedaba desmentida la campaña de desinformación del conde de Valmaseda sobre la supuesta “pacificación” de Oriente. En los sectores de Bayamo, Jiguaní y Manzanillo, los patriotas no estaban ni rendidos ni pacificados, por el contrario, la lucha se mantenía al rojo vivo en aras de la independencia.

FUENTES: Enrique Ubieta: Efemérides de la Revolución cubana (1920); Máximo Gómez: Diario de campaña (1940); Félix Figueredo: La guerra de Cuba de 1878. La Protesta de Baraguá (1973); Nydia Sarabia: La memoria y el tiempo (1996); y Carlos Manuel de Céspedes: Escritos (1982).

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