Hace 129 años el 16 de septiembre de 1895, que las tropas mambisas se reunieron en Jimaguayú, Camagüey a propuesta de Máximo Gómez como recordación a la caída en combate en 1873 del mayor general Ignacio Agramonte y Loynaz, con el propósito de limar asperezas cometidas en contiendas anteriores y crear una constitución que sirviera de guía a luchas venideras.
La falta de unidad había sido uno de los errores cometidos en la guerra de los Diez Años.
Este cuerpo legal sería la Carta Magna de la República en Armas estableciendo un gobierno centralizado que unía los poderes legislativo y ejecutivo que estaba compuesto por Salvador Cisneros Betancourt, como presidente, un vicepresidente y 4 secretarios. Luego de firmada la misma dictaminó los argumentos orientados a la vida civil y la política de la Revolución,
Se planteó que tanto esta Constitución como los acuerdos de esta asamblea tendrían vigencia sólo por dos años cuando se requeriría otra asamblea.
La última contienda bélica contra el colonialismo español por la independencia de Cuba, contó a partir de entonces con este trascendental cuerpo legal.
Dicho gobierno no debía interferir el aparato militar, y quedó integrado por Salvador Cisneros Betancourt, presidente; Bartolomé Masó, vicepresidente; Carlos Roloff, secretario de Guerra; Severo Pina Estrada, secretario de Hacienda; Santiago García Cañizares, secretario del Interior, y Rafael Portuondo Tamayo, secretario del Exterior.
A su vez eligieron al Mayor General del Ejército Libertador Máximo Gómez como General en Jefe del Ejército Libertador y al Mayor General Antonio Maceo como Lugarteniente General, así como designaron a Tomás Estrada Palma, quien ocupaba el cargo de delegado del Partido Revolucionario Cubano desde la muerte de Martí, también como Delegado Plenipotenciario de Cuba en el extranjero.
La Constitución de Jimaguayú cerró una brecha al choque entre civiles y militares que no pudo salvar la de Guáimaro, se logró una forma jurídica y política a la Guerra Necesaria, esto representó un paso adelante respecto a las anteriores Constituciones y demostró la voluntad de libertad del pueblo cubano.
Por un lado, la Carta Magna aprobada en Jimaguayú se inspiró en el espíritu de Baraguá y ya desde su introducción declaraba: “la separación de Cuba de la monarquía española y su constitución como Estado independiente”
Se materializaba así lo que José Martí expresara dos semanas antes de su caída en combate: «El Ejército, libre, y el país, como país y con toda su dignidad representado».
La Constitución de Jimaguayú cerró una brecha entre civiles y militares que no pudo salvar la de Guáimaro.