
En el barrio del campesino José Luis, se entablan conversaciones interesantes; su didactismo natural convence unas veces, otras no; pero la gente lo escucha.
Por ejemplo, este camarada tenía ciertas dudas con respecto al Código de las Familias, alimentadas por tanto bombardeo contrario, aunque, en honor a la verdad, también había mayoritario apoyo.
El “guacho” leyó el código completo, consultó a especialistas y, tras mucho informarse, consideró lo oportuno de marcar Sí.
Por otra parte, sabe que todo lo emprendido por el Gobierno revolucionario es criticado hasta la saciedad para seguirle la rima a Biden, cuyos adulones “viven loquitos” por malearle cualquier éxito a la Revolución. Una vez más se cogieron la cola con la puerta.
¿Pretensiones? Generar problemas, amplificar cualquier eventual fracaso para poder decretar a Cuba como Estado fallido y justificar una agresión armada que destruya a la Revolución.
¡Claro!, después un “Gobierno cubano en el exilio” vendría a coger mangos bajitos cuando se armara el titingó para ver quien hizo más por derrocar el socialismo y, en consecuencia, repartir pagos y puestos.
“Oiga, José Luis -le dice un joven-, me parece que los viejos ven fantasmas, arman una manía con el bloqueo para justificar errores y malas decisiones.
“Mire, m´ijo, usted habla así porque solo lee lo publicado en Internet, casi todo tendencioso o malintencionado”.
Y es cierto: todas las gracias pujadas por esos “influencers” tratan de ridiculizar a figuras históricas o presentes de la Revolución, de la cultura cubana…, por lo general son neófitos en las redes, en la política y en la historia; replican contenidos para darles visibilidad y credibilidad en ese orden.
En su defecto, van apertrechados de herramientas informáticas y de otra índole; algunos pagados por el enemigo.
“¿Pero dónde está el bloqueo?”, vuelve el muchacho.
“Ese mismo es el bocadillo del guión subversivo, dice el guajiro.
Los programas especializados de nuestros medios desmontan el libreto de los llamados golpes blandos: a partir de nuestras innegables dificultades pretenden generar angustia, desconfianza y después allanar el paso a acciones fuertes.
Los caballeritos del odio preparan golpes militares para hollar nuestro suelo, a lo mejor se ve lejano, improbable, pero ¡alerta!, quieren quebrar los sueños de un pueblo pacífico, y eso, en sentido recto, sería despertar en Cuba con un grupo de gente atentando contra la vida de nuestros hijos, nietos, de la suya, de la mía… pues balas y bombas no tienen destinatarios escogidos.
Esa fauna emplea la guerra del capitán Araña, que embarca a la gente y se queda en tierra, empujan pero sin darse golpes.
Habría que ver las guayaberas y trajes de los improbables futuros gobernantes cubanos y la catadura moral y física de quienes les hacen “la media”. Del golpe blando se pasa al estacazo fuerte, siempre a traición, a mansalva, como les apetece.
“José Luis, usted me sembró el germen del análisis y debo medir todas las aristas del problema y no solo que me molesten los apagones o la falta de productos, sino buscar toda la información”.
“Cuando desee seguimos dialogando, joven…”.