
Numerosos estudios realizados en el transcurso de varias décadas por un alto número de científicos pertenecientes a centros investigativos y universidades del país, corroboraron que Cuba posee una riqueza extraordinaria en su biodiversidad marina.
Esas propias investigaciones pusieron de manifiesto, igualmente, la impostergable necesidad de hacer una exhaustiva evaluación actualizada de las especies en riesgo de extinción, siguiendo los criterios establecidos internacionalmente.
Para dar respuesta a ese objetivo, surgió el proyecto Especies marinas amenazadas en Cuba, que, dirigido y coordinado por el Instituto de Ciencias del Mar (Icimar), del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, se ejecutó de enero de 2021 a diciembre de 2024.
Conducido por la Agencia de Medio Ambiente (ama), la iniciativa involucró a 30 reconocidos especialistas en biología marina del propio Icimar, el Instituto de Ecología y Sistemática, el Acuario Nacional de Cuba, el Centro de Investigaciones Marinas, el Centro de Investigaciones Pesqueras y el Centro Nacional de Áreas Protegidas, junto a investigadores de talla internacional, entre ellos los doctores en Ciencias Biológicas Rodolfo Claro Madruga y José Espinosa Sáez.
Contó, asimismo, con la colaboración del Proyecto Internacional Apoyo a la acción temprana del marco global de biodiversidad y la asesoría del doctor Aldo Croquer, experto de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
REVERTIR EL NÚMERO ROJO
La doctora en Ciencias Biológicas Aida Caridad Hernández Zanuy, investigadora titular del Icimar, dijo a Granma que el principal resultado del proyecto consistió en la publicación del libro Especies marinas amenazadas en Cuba, que contiene la lista de todas las evaluadas en las categorías En Peligro Crítico, En Peligro y Vulnerables, más la información sobre el proceso de categorización.
«Por primera vez, se hizo en el país una investigación destinada a identificar las especies marinas bajo riesgo de extinción. Para ese propósito fueron creados equipos de especialistas de notable experiencia en la taxonomía de los diez grupos de organismos estudiados: vegetación marina (mangles, fanerógamas, macroalgas), esponjas, moluscos, corales y otros cnidarios, equinodermos, peces óseos, tiburones y rayas, tortugas y mamíferos, siguiendo la metodología propuesta por la Unión Internacional de la Conservación de la Naturaleza».
Significó que, para cada especie, se preparó una ficha en la cual aparecen los detalles sobre su distribución y abundancia, tendencia de las poblaciones, amenazas actuales, ecología y la fundamentación de los criterios manejados para su categorización en los diferentes niveles de peligro, así como las recomendaciones de acciones para su conservación en Cuba.
«Como parte del proyecto, quedó actualizada la taxonomía de 4 398 especies de macroorganismos marinos, que representan casi la mitad de las especies registradas para Cuba hasta la fecha.
«La relación incluye 1 921 de moluscos, 965 de peces óseos, 386 cnidarios, incluyendo a los corales, 303 de esponjas y 83 de tiburones, por citar algunos ejemplos».
Según la doctora Aida Hernández, en Cuba y otras regiones del planeta, los organismos marinos están a merced del impacto creciente de las acciones generadas por el desarrollo socioeconómico, a lo cual se añade en los últimos tiempos la mayor frecuencia de eventos hidrometeorológicos extremos, vinculados al cambio climático.
En el caso particular de Cuba, la pérdida de biodiversidad constituye el principal problema ambiental y está asociado a la contaminación, el uso de prácticas productivas no sostenibles, la pesca furtiva, el comercio ilegal y a la introducción y propagación de especies exóticas e invasoras.
«Los resultados del proyecto permitieron identificar un total de 108 especies marinas amenazadas, 29 de ellas categorizadas En Peligro Crítico, 26 En Peligro y 53 Vulnerables».
Visto de manera específica, los corales son el grupo que presenta el mayor número de especies En Peligro Crítico (15), seguidos de los tiburones y las rayas (seis) y por los peces óseos y las tortugas, cada uno con tres, detalló la también editora del libro, junto al doctor en Ciencias Biológicas Carlos Mancina González, director del Centro Nacional de Biodiversidad.
«En cuanto a los mangles, fanerógamas marinas, macroalgas, esponjas y moluscos, si bien ninguna se evaluó como amenazada por los criterios internacionales, fueron categorizadas 25 especies bajo un criterio preliminar de “Amenaza”, utilizado previamente por el Grupo Nacional de Plantas».
La denominación se aplica en aquellos grupos cuyas poblaciones y distribución en Cuba disminuyeron en los últimos diez años y se mantienen bajo amenazas que no van a cesar de inmediato.
«Toda la información recopilada acerca de las 108 especies amenazadas, representa la base para elaborar el Libro rojo de especies marinas de Cuba, texto que debe estar disponible en diciembre de 2026.
«Más allá de tributar ese aporte, la introducción y generalización de los conocimientos adquiridos, devienen una sólida herramienta científica que fundamentará la implementación de acciones de conservación y uso sostenible, de nuestros recursos marinos.
«Representan, de igual modo, un punto de partida para asumir el enorme desafío de frenar la pérdida de la biodiversidad marina y costera en nuestro país, a tono con los preceptos del movimiento internacional Revertir el Rojo que busca, mediante la divulgación, la formación de especialistas, el intercambio de experiencias y la cooperación, disminuir el número de especies amenazadas en el orbe», puntualizó la doctora Aida Hernández.