Culto al silencio

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Por Yaimara Pérez Reyes | 2 octubre, 2023 |
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“Entre los muchachos con las congas improvisadas, y esos jovencitos que se plantan en las esquinas con los equipos, se estremecen las paredes de mi casa y acaban con mis oídos, no dejan descansar a nadie”, dice Elsa con cierto enojo.

“Eso sin contar los que andan en las motorinas con tremendo escándalo, que parecen carrosas sin figurantes y, para rematar, esos temas que ni canciones se les puede llamar, dicen cualquier cantidad de barbaridades y palabras obscenas; han perdido la cultura del respeto”, rezonga.

La vecina tiene razón. Quizás sea un tema manido en los medios de comunicación, pero la verdad es que aún no se resuelve, cada vez se suman más personas a esos escándalos a cualquier hora del día, sin reparar en que,  a lo mejor, hay niños pequeños durmiendo, ancianos o personas convalecientes descansando.

Lo peor es que cuando le llamas la atención, las respuestas son vergonzosas, te mandan bien lejos o te amenazan, y en algunos casos le suben el tono a la música desagradable para intensificar el martirio en venganza.

Esta problemática generalizada en la sociedad cubana, se considera una de las fuentes más frecuentes de contaminación ambiental, y es estimada como un problema de salud.

Varios estudios confirman que la exposición a altos decibeles provoca daños, como la pérdida progresiva de la audición, irritación, cansancio, interferencias en la comunicación, perturbación del sueño, estrés, disminución del rendimiento y la concentración, agresividad, dolor de cabeza, estados depresivos, alteración del ritmo cardíaco, entre otros.

Según la Organización Mundial de la Salud, hay límites aceptables para el ruido: 65 decibeles por el día y 55 en la noche. La capacidad auditiva empieza a deteriorarse a partir de los 75 decibeles y, si se superan los 85,  puede originarse la denominada sordera sensorineural progresiva.

Los sonidos desproporcionados están considerados también como azote de la sociedad moderna, y es por ello que desde 1996, y a propuesta del Center of Hearing and Communication, el último miércoles de abril se celebra el Día Internacional de Concienciación sobre el Ruido, jornada que busca promover buenas prácticas para reducir el impacto de ese charlatanismo en la calidad de vida de las personas, por lo que urge promover políticas públicas para evitar su progresivo avance.

Para frenar este fenómeno, las autoridades de los  ministerios de Ciencia, Tecnología y Medioambiente (CITMA), Salud Pública (MINSAP), Trabajo y Seguridad Social (MTSS), y el Instituto nacional de la Vivienda, junto al Estado y gobierno del país, han puesto en vigor leyes y resoluciones.

Por ejemplo, la ley 81 del año 1997, emitida por el CITMA, en su artículo 147 establece: “Queda prohibido, producir sonidos, ruidos, vibraciones y otros factores físicos que puedan afectar la salud humana”. En tal sentido, existen otras tantas, como la ley 141 del 1988  en el artículo 1, la resolución 4 de 1991, y la ley 200 del año 99 en su artículo 11, por mencionar algunas.

Existen normas encaminadas a controlar esta molestia, por tanto, corresponde también a los administrativos de sitios de recreación, gastronómicos y culturales, entre otros a quienes compete el tema, cumplirlas, y a los órganos y organismos del Estado velar porque no se produzcan ruidos innecesarios.

Todavía resulta insuficiente el control, y se requiere  frenar a las personas indolentes. Habrá que seguir alzando la voz para clamar por un poco de silencio.

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