La puntualidad es el primer atributo, luego el saludo, cordial, pero sin salirse de su rol. Después vienen varias preguntas, no siempre en el mismo orden, como para no cansarnos con ” lo mismo”. De verla siento miedo, y cuando me atrevo a preguntar, me dice rotunda que cumple con su deber.

Es firme, nada la desvía de su objetivo, va en busca de personas con síntomas respiratorios, para orientar e indicar oportuna asistencia. Pertenece al grupo de tercer año de Medicina de la Facultad Efraín Benítez Popa de Bayamo.

Cada día, desde que comenzaron a diagnosticarse en Cuba personas positivas al Sars-cov-2 las brigadas de estudiantes de Ciencias médicas recorren los consejos populares junto a otro personal sanitario para realizar la pesquisa activa, factor decisivo para frenar cadenas de infección y prevenir transmisión de varias enfermedades respiratorias.

Ammy Belén Velázquez Vázquez con 20 años es una de las tantas jóvenes que se involucra en la tarea por en bienestar social. Visita cada mañana una manzana que incluye 100 viviendas con varios centenares de personas de todos los grupos de edades y de riesgos. Hacia estos últimos dirige sus preguntas con énfasis.

Deja consejos, recomienda la higiene, quedarse en casa, el uso del nasobuco y pregunta también por lo espiritual. Ante la imposibilidad de acariciar, toca con los ojos cuando alguien necesita fuerzas, alienta con su voz y el gesto firme.

La miro y quiero abrazarla, besarla, pero la razón me contiene. Es la hija de la Doctora María Belén Velázquez Vázquez, víctima mortal del accidente que el 6 de octubre de 2006 segó la vida a tres decenas desde niños hasta ancianos, al impactar el tren con el bus(camello) de la ruta Bayamo- Campechuela. Fue sábado y duele aún.

Aquí estaría su madre en la primera línea de combate, con la dulzura que la caracterizó, la precisión para el diagnóstico que da el estudio incansable y el ánimo de ayudar al prójimo invariable.