
El 10 de octubre de 1868 en el ingenio La Demajagua, Carlos Manuel de Céspedes llama a su dotación de esclavos y los conmina a la lucha por la independencia.
…“Ciudadanos: hasta este momento habéis sido esclavos míos. Desde ahora sois tan libre como yo. Cuba necesita de todos sus hijos para conquistar su libertad e independencia: los que me quieran seguir que me sigan: los que se quieran quedar que se queden, todos serán tan libres como los demás.”
Se daba a conocer al mundo la causa que impulsaba a los cubanos al levantarse en armas contra los españoles, proclamando la independencia de Cuba.
En la madrugada del 11 de octubre, hace 157 años, partieron del ingenio “La Demajagua”, marchando al frente de ellos, Bartolomé Masó, cruzando por la comarca de San Francisco, El Rosario y San Luis, hasta detenerse en Palmas Altas, donde Céspedes dio la libertad a los esclavos que le acompañaban.
Antes de llegar al poblado de Yara, Céspedes que no poseía conocimiento de la táctica guerrera envío dos de sus oficiales para ultimar la rendición al capitán de la guarnición.
Este, atemorizado, aceptó. Sin embargo una columna española, se posesionó del poblado antes de que los insurrectos pudieran penetrar en el lugar.
Los soldados españoles se ocultaron en la iglesia y en los portales de la plaza pública. Cuando el grupo de patriotas mal armados, confiados, llegaron dando gritos de « ¡Viva Cuba libre!», fueron recibidos con una descarga de fusilería.
Los cubanos tratan de responder al fuego, el intento fue en vano, no tenían cartuchos aptos, la pólvora tenia agua, un aguacero horas antes las había inutilizado.
Los asaltantes se dispersaron en desorden. Allí se derramó por primera vez sangre mambisa, el soldado Fernando Guardia es el primer mártir, una bala le atraviesa el corazón. Constituye un revés para la tropa.
Solo quedaron once hombres unidos a Céspedes, la bandera, estaba en las manos de Ángel Maestre, cuando alguien exclamó “todo se ha perdido” y Céspedes contestó en el acto: “¡Aún quedamos doce hombres, basta para hacer la independencia de Cuba!”.
Las detonaciones ponen en aviso a Luis Marcano quien se acerca a Yara. En el camino encontró a un grupo de los combatientes dispersos, entre los que estaba Carlos Manuel de Céspedes.
Ambos jefes dialogan y deciden marchar a Calambrosio, sitio cercano a Yara, dejando algunos hombres que recorrieran los alrededores y avisaran a los que fueran encontrando, el lugar a donde ellos se dirigían”.
Días después, la tropa llega a la ciudad de Bayamo y la convierte en la primera capital de la República de Cuba en Armas.