
Loma arriba, tras el sendero rocoso, está la comunidad La Granjita de Los Horneros y su escuela primaria martiana José Maceo Grajales, donde Guisa tiene como un libro abierto para enseñar y aprender.
Allí labora Rolando Ramírez Velázquez, profesional ejemplar, quien se traslada desde La Majagua, atravesando kilómetros de lomeríos, para llegar al aula, temprano en la mañana, a realizar las actividades docentes, consolidar contenidos y evaluar el estudio independiente de sus alumnos del multigrado.
Jubilado con más de 50 años de trabajo, se reincorporó al sector ante el llamado de la dirección del país y no ha dejado de venir ni un solo día, porque no haya como dejar su escuela, aunque la familia le dice que ya cumplió.
Ramírez Velázquez reconoció que es doble el esfuerzo para mantener la calidad que siempre ha distinguido a la educación en Cuba, y en su caso, lo hace con mucho gusto, porque les echa de menos a los muchachos y enseñar es lo que mejor sabe hacer en la vida.
Indicó que el proceso docente educativo avanza con resultados favorables, no obstante las complejidades del método del multigrado, que implica impartir las clases al mismo tiempo a estudiantes de diferentes grados.
Explicó que es como un juego, pero pedagógico, en el que se va moviendo por el aula, en las diferentes actividades y apoyándose en la experiencia acumulada.
“Aquí hay una buena unidad y participación de las instituciones; la comunidad es muy activa con apoyo de la familia y la contribución de la Cooperativa de Producción Agropecuaria Luis Ramírez López.
“En las actividades extraescolares hacemos excursiones muy vinculadas con la naturaleza para cultivar en los estudiantes el amor y cuidado del entorno y aprovechamos el hecho de que les gusta el dar clases debajo de los árboles”.
Al opinar acerca de la nueva generación de maestros dijo que todo el que inicia en una profesión tiene algún tropiezo, pero la juventud es muy entusiasta y se puede contar con ella para esta y cualquier otra tarea que la necesite la Revolución.
“Vivimos en un área difícil, por lo abrupto de la geografía con altas elevaciones, hay que andar todo el tiempo a pie, enfrentar el Sol, la lluvia y cruzar ríos”.
Recordó la oportunidad en que tuvo que cumplir la tarea de apoyo, se trasladó seis kilómetros y cruzó cinco pasos del río, hasta un lugar que le llaman La Guineíta.
Señaló que tenemos que seguir preparándonos para no volver al pasado, al evocar cómo era la vida de miseria extrema siendo niño en la etapa capitalista, en que entonces eran explotados por un latifundista de la zona.
“La Revolución es bella, hay que defenderla a toda instancia y les pongo a los alumnos, por ejemplo, lo que ocurre con frecuencia en los Estados Unidos y la más recientes pérdidas de 19 infantes, de entre siete y 10 años , quienes junto a sus maestros fueron abatidos en una escuela de Texas”.
Y añadió: “Esa es la receta que quiere el imperialismo para nosotros”.