
Un brazo fuerte la deposita con suavidad en la cama, y ya es de él. Juntos emprenden el viaje. Rafael Fonseca Andino siente orgullo de llevarla en su camión Zil 130 chapa B 045988. Va atento a la carretera, pues es fiel cumplidor de las leyes del tránsito, más si lleva la preocupación de cuidarla.
Así, hasta tres veces en el día, este chofer de tiro de caña va del campo a la recepción de la Empresa agroindustrial azucarera Enidio Díaz Machado, de Ceiba Hueca, en el municipio Campechuela. Su carga es valiosa para la industria, y el azúcar que esta produce lo es para la provincia y el país.
Historial de un obrero
Comenzó a trabajar en el otrora Complejo agroindustrial Enidio Díaz Machado, en 1990, como jefe de taller de la base de igual nombre; sin embargo, seis años después, pasó al volante, aunque es Técnico de Nivel Medio en Montaje industrial, Transporte automotor y Mecanización.
“Esas tres especialidades me sirven para mantener mi camión en perfecto estado técnico; a mi me gusta manejar, siento placer en ello. Mi camión y yo somos uno”, manifiesta y el orgullo se le refleja en el rostro.
Esa imbricación del hombre y su carro, tienen nombre propio en el listado de los trabajadores destacados de la empresa. Por años, resulta mejor obrero en el tiro de caña, y vanguardia nacional del sindicato azucarero en dos ocasiones.
“Siento el placer de darle sustento a la familia y contribuir a los compromisos de la empresa y de los azucareros en el país”, confiesa Fonseca Andino con su hablar pausado.
Ante otra pregunta, su respuesta es precisa: “¿Mi compromiso?, ese está claro: seguir aportando a la zafra, apoyar a quien le haga falta; otros años lo hemos hecho con otras empresas, otros municipios y lo seguiremos haciendo”.
Enamorado de su camión
Nunca ha cambiado de carro y propuestas ha tenido: “Este lo conozco muy bien, pues lo traigo desde 1996. Estoy enamorado del camión que tengo, por eso no lo cambio. Si tiene problemas, me pongo el traje de mecánico y busco la solución; bueno, es que nos entendemos”.
Y con la mayor seriedad del mundo, este hombre de piel trigueña, me suelta jocoso: “Estoy seguro que si le pregunta este le dirá que no quiere otro chofer… cuando he enfermado y han puesto a otro, al yo entrar ya no es lo mismo, y uno se da cuenta de ello, -sonríe- es como si el camión se alegrara de que yo vuelva al trabajo.
“Tengo como premisa cuidarlo en todo momento, porque en él está mi sustento y el de mi familia, precisa y con aplomo en sus palabras confiesa: no bebo, pues no soy amante del licor y si manejo, mucho menos, por esos seguimos juntos a pesar de estos 28 años transcurridos.
“Manejo con un remolque, por ello entrego de 12 a 14 toneladas de caña por viaje; imagínese que si la industria mantiene molidas estables, podemos dar hasta 10 viajes al día y, mire, multiplique eso por los cerca de cuatro meses de zafra y tendrá una idea de lo que hacemos”.
Vale destacar que estos hombres vinculados al tiro de la caña laboran hasta 12 horas diarias, muchas veces, más.
“A la juventud de hoy le digo que sea disciplinada, constante; que cumpla con las tareas, pues el trabajo es todo; hay que enamorarse de lo que a uno le gusta hacer, y tirar pa` lante”.
A otra interrogante del periodista, la respuesta es clara: “En lo que se llama tiempo muerto, o sea, cuando el central no produce azúcar, siempre tengo trabajo, ya sea en la propia empresa o como apoyo a otras homólogas de la provincia.
“También aparecen contratos de trabajo con Comunales o la Construcción, pero generalmente tengo propuestas en la propia industria. Como cumplo siempre, me dan trabajo”.
“A cualquier hora ahí estoy”
“En tiempo de zafra lo nuestro es de lunes a lunes, no hay descanso, a cualquier hora ahí estoy”, manifiesta quien aclara siempre que el trabajo da el sustento.
Los números dicen que en buenas quincenas o meses, devengan hasta 15 mil pesos, pero si la cantidad de viajes no sobrepasa los tres o cuatro viajes diarios, el salario promedio está en los ocho mil.
“Como saludo al 1 de Mayo, si el día da para tres viajes, aportaré uno más”.
La entrada a la fábrica está repleta de carros. Es una larga cola para descargar la caña en el área de recepción de la Empresa agroindustria azucarera Enidio Díaz Machado. Rafael prefiere una foto junto a su viejo camión. Esta imbricación de hombre-máquina es de altura, no hay duda.